lunes, 12 de febrero de 2018

Tiempo de Cuaresma: historia y significado.- Oremos juntos.

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Tiempo de Cuaresma: historia y significado
¿Cómo y cuándo empieza a vivirse la cuaresma? ¿por qué 40 días? ¿por qué la
imposición de la ceniza?

La celebración de la Pascua del Señor, constituye, sin duda, la fiesta
primordial del año litúrgico. De aquí que, cuando en el siglo II, la Iglesia
comenzó a celebrar anualmente el misterio pascual de Cristo, advirtió la
necesidad de una preparación adecuada, por medio de la oración y del ayuno,
según el modo prescrito por el Señor. Surgió así la piadosa costumbre del
ayuno infrapascual del viernes y sábado santos, como preparación al Domingo
de Resurrección.

Los primeros pasos
Paso a paso, mediante un proceso de sedimentación, este período de
preparación pascual fue consolidándose hasta llegar a constituir la realidad
litúrgica que hoy conocemos como Tiempo de Cuaresma. Influyeron también, sin
duda, las exigencias del catecumenado y la disciplina penitencial para la
reconciliación de los penitentes.
La primitiva celebración de la Pascua del Señor conoció la praxis de un
ayuno preparatorio el viernes y sábado previos a dicha conmemoración.
A esta práctica podría aludir la Traditio Apostolica, documento de comienzos
del siglo III, cuando exige que los candidatos al bautismo ayunen el viernes
y transcurran la noche del sábado en vela. Por otra parte, en el siglo III,
la Iglesia de Alejandría, de hondas y mutuas relaciones con la sede romana,
vivía una semana de ayuno previo a las fiestas pascuales.

En el siglo IV se consolida la estructura cuaresmal de cuarenta días
De todos modos, como en otros ámbitos de la vida de la Iglesia, habrá que
esperar hasta el siglo IV para encontrar los primeros atisbos de una
estructura orgánica de este tiempo litúrgico. Sin embargo, mientras en esta
época aparece ya consolidada en casi todas las Iglesias la institución de la
cuaresma de cuarenta días, el período de preparación pascual se
circunscribía en  Roma a tres semanas de ayuno diario, excepto sábados y
domingos. Este ayuno prepascual de tres semanas se mantuvo poco tiempo en
vigor, pues a finales del siglo IV, la Urbe conocía ya la estructura
cuaresmal de cuarenta días.
El período cuaresmal de seis semanas de duración nació probablemente
vinculado a la práctica penitencial: los penitentes comenzaban su
preparación más intensa el sexto domingo antes de Pascua y vivían un ayuno
prolongado hasta el día de la reconciliación, que acaecía durante la
asamblea eucarística del Jueves Santo. Como este período de penitencia
duraba cuarenta días, recibió el nombre de Quadragesima o Cuaresma.

¿Por qué inicia un miércoles?
Cuando en el siglo IV, se fijó la duración de la Cuaresma en 40 días, ésta
comenzaba 6 semanas antes de la Pascua, en domingo, el llamado domingo de
"cuadragésima". Pero en los siglos VI-VII cobró gran importancia el ayuno
como práctica cuaresmal. Y aquí surgió un inconveniente: desde los orígenes
nunca se ayunó en día domingo por ser "día de fiesta", la celebración del
día del Señor. Entonces, se movió el comienzo de la Cuaresma al miércoles
previo al primer domingo de ese tiempo litúrgico como medio de compensar los
domingos y días en los que se rompía el ayuno.
Dicho miércoles, los penitentes, por la imposición de la ceniza, ingresaban
en el orden que regulaba la penitencia canónica. Cuando la institución
penitencial desapareció, el rito se extendió a toda la comunidad cristiana:
este es el origen del Miércoles de Ceniza o "Feria IV anerum".

¿Por qué la ceniza?
La imposición de cenizas marca el inicio de la cuaresma en la que los
cristianos católicos nos preparamos para celebrar la Pascua con cuarenta
días de austeridad, a semejanza de la cuarentena de Cristo en el desierto,
también la de Moisés y Elías.
Las cenizas nos recuerdan:
El origen del hombre: "Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gen
2,7).
El fin del hombre: "hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste
hecho" (Gn 3,19).
Dice Abrahán: "Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo a hablar a mi Señor" (Gn
18,27).
"todos expiran y al polvo retornan" (Sal 104,29)
La raíz de la palabra "humildad" es "humus" (tierra). La ceniza es un signo
de humildad, nos recuerda lo que somos.
Las cenizas, como polvo, son un signo muy elocuente de la fragilidad, del
pecado y de la mortalidad del hombre, y al recibirlas se reconoce su
limitación; riqueza, ciencia, gloria, poder, títulos, dignidades, de nada
nos sirven.

En el Antiguo Testamento la ceniza simboliza dolor y penitencia que era
practicada para reflejar el arrepentimiento por los pecados cometidos:
*       "Por eso me retracto, y me arrepiento en el polvo y la ceniza." (Job
42,6)
*       "Ellos harán oír su clamor a causa de ti, y gritarán amargamente. Se
cubrirán la cabeza de polvo y se revolcarán en la ceniza." (Ez 27,30)
*       "Un hombre de Benjamín escapó del frente de batalla y llegó a Silo
ese mismo día, con la ropa desgarrada y la cabeza cubierta de polvo." (1 Sam
4, 12)
*       "Al tercer día, llegó un hombre del campamento de Saúl, con la ropa
hecha jirones y la cabeza cubierta de polvo. Cuando se presentó ante David,
cayó con el rostro en tierra y se postró." (2 Sam 1, 2)
*       "¡Cíñete un cilicio, hija de mi pueblo, y revuélcate en la ceniza,
llora como por un hijo único, entona un lamento lleno de amargura! Porque en
un instante llega sobre nosotros el devastador." (Jer 6, 26)
*       "Gemid, pastores, y clamad; revolcaos en ceniza , mayorales del
rebaño; porque se han cumplido los días de vuestra matanza y de vuestra
dispersión, y caeréis como vaso precioso." (Jer 25, 34)
*       "En tierra están sentados, en silencio, los ancianos de la hija de
Sion. Han echado polvo sobre sus cabezas, se han ceñido de cilicio. Han
inclinado a tierra sus cabezas las vírgenes de Jerusalén." (Lam 2, 10)
*       "Cuando llegó la noticia al rey de Nínive, se levantó de su trono,
se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza."
(Jonas 3, 6)
*       "Cuando Mardoqueo supo todo lo que se había hecho, rasgó sus
vestidos, se vistió de cilicio y ceniza, y salió por la ciudad, lamentándose
con grande y amargo clamor." (Ester 4, 1)
El mismo Señor Jesús declara que si la buena nueva es proclamada, lo es para
que nos arrepintamos y convirtamos al Único y Verdadero Dios, a Él que es el
CAMINO, VERDAD Y VIDA:
*       ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros que
se hicieron en vosotras se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo
que se hubieran arrepentido en cilicio y ceniza. (Mt 11, 21; Lc 10,13)
La costumbre de imponer la ceniza se practica en la Iglesia desde sus
orígenes. En la tradición judía, el símbolo de rociarse la cabeza con
cenizas manifestaba el arrepentimiento y la voluntad de convertirse: la
ceniza es signo de la fragilidad del hombre y de la brevedad de la vida.
Al inicio del cristianismo se imponía la ceniza especialmente a los
penitentes, pecadores públicos que se preparaban durante la cuaresma para
recibir la reconciliación. Vestían hábito penitencial y ellos mismos se
imponían cenizas antes de presentarse a la comunidad. En los tiempos
medievales se comienza a imponer la ceniza a todos los fieles cristianos con
motivo del Miércoles de Ceniza, significando así que todos somos pecadores y
necesitamos conversión. La cuaresma es para todos.
Las cenizas se obtienen al quemar las palmas (en general de olivo) que se
bendijeron el anterior Domingo de Ramos. Se debe aclarar que no tendría
sentido recibir las cenizas si el corazón no se dispone a la humildad y la
conversión que representan.
Como se imparten las cenizas
La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar en la misa, después de la
homilía. En circunstancias especiales, por ejemplo, cuando no hay sacerdote,
se puede hacer sin misa, pero siempre dentro de una celebración de la
Palabra.
Las cenizas son impuestas en la frente del fiel, haciendo la señal de la
cruz con ellas mientras el ministro dice las palabras Bíblicas: "Acuérdate
que eres polvo y en polvo te convertirás", o "Conviértete y cree en el
Evangelio".
Las cenizas son un sacramental. Estos no confieren la gracia del Espíritu
Santo a la manera de los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia los
sacramentales "preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella"
Catecismo (1670 ss.).

¿Y por qué cuarenta días?
El significado teológico de la Cuaresma es muy rico. Su estructura de
cuarentena conlleva un enfoque doctrinal peculiar.
En efecto, cuando el ayuno se limitaba a dos días -o una semana a lo sumo-,
esta praxis litúrgica podía justificarse simplemente por la tristeza de la
Iglesia ante la ausencia del Esposo, o por el clima de ansiosa espera;
mientras que el ayuno cuaresmal supone desde el principio unas connotaciones
propias, impuestas por el significado simbólico del número cuarenta.
En primer lugar, no debe pasarse por alto que toda la tradición occidental
inicia la Cuaresma con la lectura del evangelio de las tentaciones de Jesús
en el desierto: el período cuaresmal constituye, pues, una experiencia de
desierto, que al igual que en el caso del Señor, se prolonga durante
cuarenta días.
En la Cuaresma, la Iglesia vive un combate espiritual intenso, como tiempo
de ayuno y de prueba. Así lo manifiestan también los cuarenta años de
peregrinación del pueblo de Israel por el Sinaí.
Otros simbolismos enriquecen el número cuarenta, como se advierte en el
Antiguo y Nuevo Testamento. Así, la cuarentena evoca la idea de preparación:
cuarenta días de Moisés y Elías previos al encuentro de Yahveh; cuarenta
días empleados por Jonás para alcanzar la penitencia y el perdón; cuarenta
días de ayuno de Jesús antes del comienzo de su ministerio público. La
Cuaresma es un período de preparación para la celebración de las
solemnidades pascuales: iniciación cristiana y reconciliación de los
penitentes.
Por último, la tradición cristiana ha interpretado también el número
cuarenta como expresión del tiempo de la vida presente, anticipo del mundo
futuro. El Concilio Vaticano II(cfr. SC 109) ha señalado que la Cuaresma
posee una doble dimensión, bautismal y penitencial, y ha subrayado su
carácter de tiempo de preparación para la Pascua en un clima de atenta
escucha a la Palabra de Dios y oración incesante.
El período cuaresmal concluye la mañana del Jueves Santo con la Misa Crismal
-Missa Chrismalis- que el obispo concelebra con sus presbíteros. Esta Misa
manifiesta la comunión del obispo y sus presbíteros en el único e idéntico
sacerdocio y ministerio de Cristo. Durante la celebración se bendicen,
además, los santos óleos y se consagra el crisma.
En resumen, el tiempo de Cuaresma se extiende desde el miércoles de Ceniza
hasta la Misa de la cena del Señor exclusive. El miércoles de Ceniza es día
de ayuno y abstinencia; los viernes de Cuaresma se observa la abstinencia de
carne. El Viernes Santo también se viven el ayuno y la abstinencia.

¿Cómo se fija la fecha de la Pascua?
Para el cálculo hay que establecer unas premisas iniciales:
La Pascua ha de caer en domingo.
Este domingo ha de ser el siguiente al plenilunio pascual (la primera luna
llena de la primavera boreal). Si esta fecha cayese en domingo, la Pascua se
trasladará al domingo siguiente para evitar la coincidencia con la Pascua
judía.
La luna pascual es aquella cuyo plenilunio tiene lugar en el equinoccio de
primavera (vernal) del hemisferio norte (de otoño en el sur) o
inmediatamente después.
Este equinoccio tiene lugar el 20 o 21 de marzo.
Se llama epacta a la edad lunar. En concreto interesa para este cálculo la
epacta del año, la diferencia en días que el año solar excede al año lunar.
O dicho más fácilmente, el día del ciclo lunar en que está la Luna el 1 de
enero del año cuya Pascua se quiere calcular. Este número -como es lógico-
varía entre 0 y 29.
Es un cálculo complejo, que mejor se lo dejamos a los expertos.


Fuente: Catholic.net

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