jueves, 28 de septiembre de 2017

Ven y sígueme

La estructura de esta vocación, tal como se deduce de las palabras dirigidas al joven en los Evangelios sinópticos, se manifiesta a medida que se descubre el tesoro fundamental de la propia humanidad en la perspectiva de aquel “tesoro” que el hombre “tiene en el cielo”. En esta perspectiva el tesoro fundamental de la propia humanidad se relaciona con el hecho de “ser, dándose a sí mismo”. El punto directo de referencia a una vocación así es la persona viva de Jesucristo. La llamada al camino de perfección toma forma de El y por El en el Espíritu Santo el cual -a nuevas personas, hombres y mujeres, en diversos momentos de su vida y principalmente en la juventud- “recuerda” todo lo que Cristo “dijo” y en concreto lo que “dijo” al joven que le preguntaba: “Maestro, ¿qué obra buena he de realizar para alcanzar la vida eterna?” Mediante la respuesta de Cristo, que “mira con amor” a su interlocutor, el intenso fermento del misterio de la Redención.
Exhortación apostólica Redemptionis donum

Cómo se manifiesta la caridad de Cristo

También por milagros y prodigios se dirigió exteriormente a los suyos. Les dio de comer cuando le seguían en el desierto y ya no podían pasar más sin alimento. Hacía oír a los sordos, ver a los ciegos, hablar a los mudos. Echaba de los posesos al enemigo. Hacía vivir a los muertos y a los lisiados caminar perfectamente. Cosas que han de entenderse en el cuerpo y en el alma.
Cristo, nuestro Amor, ha penado por nosotros exterior e interiormente con fidelidad constante. No podemos comprender la profundidad de su caridad, porque ésta brota de la fuente insondable del Espíritu Santo. Superior a cualquier otra imaginable, pues El era Dios y hombre en una sola persona. Este es el segundo punto.

El examen de conciencia de san Ignacio (definición)

El examen de conciencia de san Ignacio no se trata del ejercicio que exponemos a veces con este nombre y que consistiría en hacer, al final del día, o de cara a la confesión, una cuenta exacta de las faltas, sino que es poner por obra lo que hemos dicho más arriba. En este sentido, hay que enlazarlo más al discernimiento espiritual que a la vida moral. Se trata de ir a Dios, con las manos vacías, en acción de gracias, para reconocer lo que está realizando en nosotros. Se puede definir como una puesta de todo el ser en la corriente del Espíritu Santo, para dar más ascendiente a su acción, después de los desfallecimientos inevitables. Es un abandono activo a la acción del Espíritu Santo en nosotros. Y este movimiento se sitúa sobre el plano de una perfecta disponibilidad de un ser a la acción de Dios. Se trata de volver a Dios, aunque sólo sea unos instantes, para desplegar ante él nuestras preocupaciones y nuestros proyectos para que él sea el dueño de ellos. ¿Cuándo se hace? Desde este punto de vista, todo el tiempo. Es como un ejercicio de presencia de Dios, pero no exterior a la acción que estamos realizando o a nuestras condiciones de vida. Se realiza en la acción del momento para purificar en ella los motivos y dirigir nuestra intención hacia Dios. Más que presencia de Dios, es cooperación a la acción de Dios en nosotros. (Lafrance J, Mi vocación es el amor).

La espera acrecienta el deseo

No te aflijas si no recibes de Dios inmediatamente lo que pides: es Él quien quiere hacerte más bien todavía mediante tu perseverancia en permanecer con Él en oración. Él quiere que nuestro deseo sea probado en la oración. Así nos dispone para recibir lo que Él está dispuesto a darnos.


La tierna voz del Padre

Siempre que la voz del Padre se ha escuchado en la tierra, según el Santo Evangelio, ha sido para pronunciar palabras de ternura: Este es el Hijo de mis complacencias, dijo en el Jordán y en el Tabor; lo he glorificado y de nuevo lo glorificaré: dijo la última vez que estuvo Jesús en el templo de Jerusalén. Todas estas palabras expresan la ternura del Padre para su Unigénito, pero esa ternura envuelve también a sus hijos adoptivos por Jesús y en Jesús. Pero la suprema revelación de la ternura del Padre la expresa el Apóstol San Juan con estas palabras: 44En esto se mostró la caridad de Dios hacia nosotros, porque Dios envió al mundo a su Hijo unigénito para que vivamos por Él. (El Espíritu Santo)

Caridad: lenguaje de todos

Viste un solo uniforme y habla un solo lenguaje: la caridad.

Dios oculto en la espera

Dios jamás te abandona, se oculta pero en realidad es cuándo está más cerca de ti en espera de que confiado le abras tus brazos.

Oración, contacto del alma con Dios

La oración es uno de los medios más necesarios para efectuar aquí en la tierra nuestra unión con Dios y nuestra imitación de Jesucristo. El contacto asiduo del alma con Dios en la fe por medio de la oración y la vida de oración, ayuda poderosamente a la transformación sobrenatural de nuestra alma. La oración bien hecha, la vida de oración, es transformante.(La oración por Columba Marmión)

Abrir el corazón a la Divina Misericordia

«La confesión y la contrición tienen tanta hermosura y tanta fragancia que borran la fealdad y disipan el hedor del pecado. Simón el leproso decía que Magdalena era pecadora, pero nuestro Señor decía que no: para Él sólo contaban los perfumes que vertía y la grandeza de su caridad. Filotea, si somos de verdad humildes, nos desagradará infinitamente nuestro pecado, porque es ofensa hecha a Dios; pero la confesión de ese mismo pecado nos será consoladora y agradable, porque con ella honramos a la Majestad divina; ciertamente que sirve de consuelo decir con claridad al médico la enfermedad que nos atormenta. Cuando llegues a la presencia de tu padre espiritual, imagina que estás en el monte Calvario a los pies de Jesucristo crucificado, cuya sangre preciosa fluye por todas partes para lavarte de tus iniquidades: aunque no sea la misma sangre del Salvador, es el mérito de esa sangre derramada el que baña con abundancia a los penitentes en el confesionario. Abre del todo tu corazón, para que por medio de la confesión salgan los pecados; a medida que ellos vayan saliendo, irán entrando los preciosos méritos de la sagrada pasión para llenarte de bendiciones» (Intr. a la vida devota, 1ª parte, cap. 19).

El engaño en el sacrificio

Esos sacrificios por mí elegidos tienen muchas veces el inconveniente de ser superiores a mis fuerzas y de no responder a las necesidades presentes de mi alma. Porque, en tanto que yo no haga la rectificación de mis intenciones, no estoy a la altura de esos sacrificios, no tengo las fuerzas suficientes para soportarlos. Por otra parte, la gracia, que proporciona su acción a los progresos de mi alma, no me es dada para eso, y entonces ¿qué sucede? –Que no produciendo esos ímpetus de generosidad los frutos que yo deseaba, no teniendo mi alma fuerzas para soportarlos, me desaliento, vuelvo a caer más bajo de lo que antes estaba, y el resultado más lastimoso de este triste ensayo es que creo imposible la perfección: me parece que he hecho todo lo que estaba en mi mano, que no he retrocedido ante el sacrificio, ¡y sólo he logrado descender! (José Tissot, La vida interior)

Entender el dolor

En circunstancias de prueba, lo que nos suele resultar más difícil no es tanto el dolor como saber su porqué. Si el entendimiento se encuentra satisfecho, es mucho más fácil acoger y soportar el dolor.

Fidelidad del amor de Dios

Ni el pecado original, ni toda la historia de los pecados personales y de los pecados sociales han logrado disuadir al eterno Padre de su Amor.

Porqué es arduo el camino de la virtud

El mayor impedimento que tenemos para bien vivir es la corrupción de la naturaleza que nos vino por el pecado, de la cual procede una grande inclinación que tenemos para el mal y una grande dificultad y pesadumbre para el bien; estas dos cosas nos hacen dificultosísimo el camino de la virtud, siendo ella de suyo la cosa más dulce, más hermosa, más amable, más honrosa del mundo. Pues contra esa dificultad y pesadumbre proveyó la Divina Sabiduría de convenientísimo remedio, que es la virtud y socorro de la devoción; porque así como el viento cierzo esparce las nubes y deja el cielosereno y descombrado, así la verdadera devoción sacude de nuestra ánima toda esta pesadumbre y dificultad, y la deja por entonces habilitada y desembarazada para todo bien, porque esta virtud es de tal manera virtud, que también es un especial don del Espíritu Santo, un rocío del cielo, un socorro y visitación de Dios alcanzado por la oración, cuya condición es pelear contra esta dificultad y pesadumbre, despedir esta tibieza, dar esta prontitud, henchir el ánima de buenos deseos, alumbrar el entendimiento, esforzar la voluntad, encender el amor de Dios, apagar las llamas de los malos deseos, causar hastío del mundo y aborrecimiento del pecado, y de dar al hombre por entonces otro fervor, otro espíritu y otro esfuerzo y aliento para bien obrar. (Tratado de la Oración y Meditación – Pedro de Alcántara)

Clamar al Señor desde la oscuridad

Conviene sobre todo que estemos persuadidos que nadie podrá vencer las tentaciones impuras de la carne si no se encomienda al Señor en el momento de la tentación. Tan poderoso y terrible es este enemigo que cuando nos combate se apagan todas las luces de nuestro espíritu y nos olvidamos de las meditaciones y santos propósitos que hemos hecho, y no parece sino que en esos momentos despreciamos las grandes verdades de la fe y perdemos el miedo de los castigos divinos. Y es que esa tentación se siente apoyada por la natural inclinación que nos empuja a los placeres sensuales. Quien en esos momentos no acude al Señor está perdido. Ya lo dijo San Gregorio Nacianceno: La oración es la defensa de la pureza. Y antes lo había afirmado Salomón: Y como supe que no podía ser puro, si Dios no me daba esa gracia, a Dios acudí y se la pedí. Es en efecto la castidad una virtud que con nuestras propias fuerzas no podemos practicar, necesitamos la ayuda de Dios, mas Dios no la concede sino a aquel que se la pide. El que la pide, ciertamente la obtendrá.(El gran medio de la oración – San Alfonso Maria de Ligorio)

Sobre los tres saludos “¡Paz a ustedes!”

Lo primero que resalta en este evangelio, es el triple saludo: ” ¡Paz a ustedes! “, a motivo de la triple paz que Cristo estableció entre Dios y el hombre, reconciliando al hombre con el Padre por medio de su sangre; entre el ángel y el hombre, asumiendo la naturaleza humana y elevándola por encima de los coros de los ángeles; y entre el hombre y el hombre, reuniendo en sí mismo, como piedra angular, al pueblo de los judíos y al de los gentiles (paganos).

Sufrimiento y consuelo

Las diversas impresiones en el alma, de parte de Dios, pueden reducirse a estas dos: el sufrimiento y el consuelo. Bajo estas dos modalidades puedo clasificar y considerar todos los procedimientos de la acción divina. Hay criaturas de las cuales se sirve para probarme a fin de desprenderme; hay otras con las que me alivia y consuela. Alterna y combina estas dos maneras de obrar, mezclando más o menos el dolor y el gozo, prolongando un placer o un sufrimiento, reemplazando el uno por el otro: como en el orden material hace suceder la lluvia a un sol espléndido, y la calma a la tempestad. Veré realmente, en el capítulo siguiente, cómo las operaciones divinas son, de ordinario, una alternativa de dones que consuelan, iluminan y encantan, y de supresiones que desolan, ciegan y vuelven impotente. Pero lo que encanta en esas operaciones es la dulzura que nace de la amargura, es el panal de miel en la boca del león y puede manar un río de gozo en medio de las aguas amargas del sufrimiento. (José Tissot, La vida interior)

La palabra de Dios hace transformaciones

La Palabra de Dios es sacramental; lo cual significa que hace presente lo que expresa… La palabra leída y hablada pretende llevarnos a la presencia de Diosy transformar nuestras mentes y nuestros corazones.

Dios nos habla

Dios nos susurra en nuestros placeres y nos habla en nuestra conciencia, pero nos grita en el dolor.