domingo, 21 de enero de 2018

San Hilario de Poitiers; "Permanezcamos siempre en el destierro -repetía- con tal que se predique la verdad".- Oremos juntos

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13 de enero
San Hilario
Obispo y doctor de la Iglesia



Su nombre significa "sonriente", nació en Poitiers, Francia, hacia el año
315. Sus padres eran nobles, pero gentiles.
Ávido de saber, cultivó las letras y la filosofía. Después dio con los
libros sagrados, y el Evangelio de San Juan iluminó su espíritu. En el año
345 recibió el bautismo. Desde entonces vivió con tanta honestidad y virtud
que, al fallecer el obispo de Poitiers, fue escogido para ocupar aquella
sede. Era el año 350.
El siglo en que vivió Hilario estaba convulsionado por contiendas
dogmáticas, sobre todo por la herejía arriana, que afirmaba que el Verbo no
era Dios, sino sólo la primera de las criaturas creadas por Dios. Hilario
sostenía, de acuerdo con la ortodoxia, la unidad de las tres personas, y que
el Verbo divino se había hecho hombre para convertir en hijos de Dios a los
que lo recibiesen. Los seguidores de Arrio consiguieron que el emperador
Constancio, inficionado de la herejía, desterrase a Hilario a Frigia,
provincia romana de Asia, situada en la extremidad del Imperio. Hacia allí
se dirigió a fines del 356.
Durante cuatro años recorrió las ciudades de Oriente, discutiendo.
"Permanezcamos siempre en el destierro -repetía- con tal que se predique la
verdad". Al mismo tiempo enviaba a Occidente su tratado de los Sínodos y en
359 los doce libros Sobre la Trinidad, que se consideraba su mejor obra.
Llamado por una orden general del emperador, asistió al concilio que se
realizó en Seleucia de Isauria, ciudad del Asia Menor, en la región
montañosa de Tauro. Allí trató Hilario sobre los altos y dificultosos
misterios de la fe. Después pasó a Constantinopla, donde en un escrito
presenta al emperador como Anticristo.
Considerado como un agitador e intimidados por su intrepidez, sus mismos
enemigos trabajaron para echarlo de Oriente. Así volvió Hilario a Poitiers.
San Jerónimo refiere el júbilo con que fue recibido por los católicos. Allí
realizó una profunda labor de exégesis, en los tratados que escribió sobre
los divinos misterios, sobre los salmos y sobre san Mateo. Compuso también
himnos y algunos le atribuyeron el "Gloria in excelsis". Según Isidoro de
Savella, Hilario fue el primero que introdujo los cánticos en las iglesias
de Occidente.
Vuelve a la lucha. En Milán está el arriano Auxencio. Hilario lo combate con
su característica intrepidez y es condenado a abandonar Italia bajo pretexto
de introducir la discordia en la Iglesia de esa ciudad.
Tuvo Hilario numerosos discípulos, el más ilustre de ellos san Martín de
Tours, y muchos fueron los herejes que convirtió. Murió el 13 de enero del
año 368. Sus reliquias reposaron en Poitiers hasta el año 1652, en que
fueron sacrílegamente quemadas por los hugonotes. Se le ha dado el título de
Atanasio de Occidente. San Jerónimo y san Agustín lo llaman gloriosísimo
defensor de la fe. Por la profunda influencia que ejerció como escritor, el
papa Pío IX, a petición de los obispos reunidos en el sínodo de Burdeos,
declaró a san Hilario doctor de la Iglesia.

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