martes, 7 de octubre de 2014

LA SEMILLA

Semilla – Arbol

LA SEMILLA


La semillasimiente o pepita es cada uno de los cuerpos que forman parte del fruto que da origen a una nueva planta; es la estructura mediante la cual realizan la propagación las plantas que por ello se llaman espermatófitas (plantas con semilla). Una semilla contiene un embrión del que puede desarrollarse una nueva planta bajo condiciones apropiadas. También contiene una fuente de alimento almacenado y está envuelta en una cubierta protectora.
En la Medialuna Fértil, la agricultura comenzó a desarrollarse durante larevolución neolítica:  la primera transformación radical de la forma de vida de la humanidad, que pasa de ser nómada a sedentaria y de economía recolectora (caza, pesca y recolección) a productora (agricultura y ganadería). Este cambio ocurrio ocho mil años antes de Cristo.
Los hebreos fueron en sus inicios nómades pastores; su contacto con las culturas sedentarias y agrícolas se produce probablemente en el siglo XI a.C.
En la tierra de Jesús, los sembrados más comunes eran trigo y cebada. Los granos de trigo pueden comerse crudos, y por supuesto, también se usaban para hacer el pan.

La producción de semillas es un proceso esencial de la agricultura. Gracias a él, los campesinos han domesticado las especies vegetales que hoy consumimos, creando una enorme variedad dentro de cada especie al irlas adaptando a distintas condiciones ambientales y necesidades culturales. Este proceso se ha mantenido en algunas regiones durante al menos diez mil años.

Las técnicas agrícolas incluyen conocer cuál es el tiempo adecuado para sembrar determinada semilla. Esto tanto en lo que respecta a la época del año, como así también al ciclo lunar (ciclo sobre el cual se basaban muchos calendarios en la antigüedad).

9 Dios dijo: “Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme”. Y así sucedió. 10 Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno. 11 Entonces dijo: “Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro”. Y así sucedió. 12 La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno. 13 Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día. (Gén 1,9-13) Ver también Gén 7,3

Como dice la Escritura: El justo ha prodigado sus bienes: dio a los pobres y su justicia permanece eternamente. El que da al agricultor la semilla y el pan que lo alimenta, también les dará a ustedes la semilla en abundancia, y hará crecer los frutos de su justicia. Así, serán colmados de riquezas y podrán dar con toda generosidad; y esa generosidad, por intermedio nuestro, se transformará en acciones de gracias a Dios. (2ª. Cor 9,9-11)


La semilla es potencia

“En la semilla está encerrada toda la vitalidad que se desplegará; la semilla es potencia. Así es el  grano de mostaza: tan pequeño, tan ínfimo, pero llevando en sí mismo la fuerza para un crecimiento que nada podrá detener. Así es el Reino: desde esta pequeñez en la que se nos hace difícil vislumbrarlo hasta la grandeza de esa frondosidad donde todos tienen lugar.


También les propuso otra parábola:
«El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus RAMAS».
(Mt 13,31-32)

¿Qué pasa cuando Jesús habla en parábolas? Para quienes ya estamos familiarizados con el evangelio, se hace difícil que la parábola nos diga algo. Ya contamos con siglos de explicaciones que han alegorizado y muchas veces fijado un único sentido para la parábola. Hay que hacer el esfuerzo de despojarse de todo ese bagaje y “entrar” en el mundo de la parábola, que no es siempre tan evidente como parece. En el caso de la parábola del sembrador, por ejemplo, a un habitante de ciudad ni se le ocurriría la pregunta, pero sí a un chacarero que vive de su propia huerta. ¿Cómo un sembrador va a desperdiciar semilla tirándola al borde del camino? ¿Para qué va a dejar que caiga en terreno pedregoso, sin haber preparado la tierra? Este es un primer nivel de comprensión, captar “de qué habla” la parábola; primer nivel en el cual no siempre nos detenemos porque ya sabemos “la explicación”.
Y después viene el otro nivel, el salto de comprensión necesario para ver en la parábola otra realidad. Esto es lo que Jesús indica utilizando palabras de Isaías: Se puede oír sin entender, se puede ver y seguir negando lo que sucede.”
María Gloria Ladislao, PALABRAS Y PASOS, Ed. Claretiana, 2004

Los profetas usaron la imagen de la semilla para hablar del germen que dará lugar a un pueblo renovado:

11 Yo dije: “¿Hasta cuándo, Señor?”. Él respondió:
“Hasta que las ciudades queden devastadas, sin habitantes,
hasta que las casas estén sin un hombre
y el suelo devastado sea una desolación.
12 El Señor alejará a los hombres
y será grande el abandono en medio del país.
13 Y si queda una décima parte,
ella, a su vez, será destruida.
Como el terebinto y la encina
que, al ser abatidos, conservan su tronco talado,
así ese tronco es una semilla santa”.   (Isaías 6,11-13)

27 Llegarán los días –oráculo del Señor– en que yo sembraré la casa de Israel y la casa de Judá con semilla de hombres y semilla de animales. 28 Y así como yo he velado sobre ellos para arrancar y derribar, para demoler, perder y hacer el mal, así también velaré sobre ellos para edificar y para plantar –oráculo del Señor–. (Jer 31,27-28)

Y la semilla es también figura del Mesías:
12 Tú le dirás: Así habla el Señor de los ejércitos: Aquí hay un hombre llamado “Germen”: allí donde esté, algo va a germinar, y él reconstruirá el Templo del Señor. 13 Él reconstruirá el Templo del Señor, llevará las insignias reales, se sentará y dominará en su trono. Habrá un sacerdote a su derecha, y habrá un perfecto acuerdo entre los dos. 14 Y la corona será para Jeldai, Tobías y Iedaías, y para Josías, hijo de Sefanías, un memorial en el Templo del Señor.
15 Entonces los que están lejos vendrán y reconstruirán el Santuario del Señor. Así sabrán que me envió a ustedes el Señor de los ejércitos. Esto sucederá si escuchan verdaderamente la voz del Señor, su Dios. (Zac 6,12-15)

La semilla, muerte y resurrección

Dado que la vida física de una determindada comunidad depende del alimento en base a un grano o a una planta, la semilla pasa a significar la vida prolongada o la inmortalidad. En muchos mitos, las semillas están ligadas a la idea de renacimiento: la semilla muere en tierra y de allí surge nueva vida.

Esta imagen toma Jesús para hablar de su Pasión:

 Les aseguro que
si el grano de trigo que cae en la tierra no muere,
queda solo;
pero si muere,
da mucho fruto.
 El que tiene apego a su vida la perderá;
y el que no está apegado a su vida en este mundo,
la conservará para la Vida eterna.
( Jn 12,24)

Y la retoma San Pablo para hablar del futuro de nuestro cuerpo glorioso y resucitado:

Alguien preguntará: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo? Tu pregunta no tiene sentido. Lo que siembras no llega a tener vida, si antes no muere. Y lo que siembras, no es la planta tal como va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo, o de cualquier otra planta. Y Dios da a cada semilla la forma que él quiere, a cada clase de semilla, el cuerpo que le corresponde.
No todos los cuerpos son idénticos: una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves y otra la de los peces. Hay cuerpos celestiales y cuerpos terrestres, y cada uno tiene su propio resplandor: uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, y aun las estrellas difieren unas de otras por su resplandor.
Lo mismo pasa con la resurrección de los muertos: se siembran cuerpos corruptibles y resucitarán incorruptibles; se siembran cuerpos humillados y resucitarán gloriosos; se siembran cuerpos débiles y resucitarán llenos de fuerza; se siembran cuerpos puramente naturales y resucitarán cuerpos espirituales.
1ª. Cor 15,35-44


La semilla escondida en la oscuridad de la tierra

La semilla, en su proceso, en parte escondido y en parte visible, nos muestra que oscuridad y luz se conjugan para dar lugar al nuevo ser.

“La tierra, ante todo como globalidad, es hierofánica* por excelencia. La experiecia de la vida, de los ciclos estacionales, de la fecundidad agraria, la muestran como depósito de la vida y la asocian a todo lo femenino. La tierra es así la gran Madre, procreadora y regeneradora. Es el receptáculo de las fuerzas sagradas de la vida, fuente inagotable de existencia. Es como el seno materno.
Así se manifiesta la tierra; su modalidad incluye también la oscuridad y la profundidad. La oscuridad de la tierra no es la de la superficie, que se opone a lo visible, a la acción, y hasta a la vida (el sol luminoso es fuente de vida); es la oscuridad interior, también asociada a la vida, como en el seno de la madre; a la vida como misterio por un lado, a la vida como pre-formada por el otro.
La figura de la Tierra Madre está muy extendida, desde la Pacha Mamaaymara-quechua hasta la Ge (Gea) helénica.”

* Hierofanía: manifestación de lo sagrado.

Severino Croatto, Los lenguajes de la experiencia religiosa, Ed. Docencia

Este proceso de la semilla, que se realiza “a escondidas” de la mirada humana, es figura del misterio del Reino de Dios. En esta parábola Jesús destaca dos aspectos:
* El tiempo. El uso de los opuestos – dormir/levantarse, noche/día – señala la amplitud del tiempo, es como decir: todo el tiempo.  Así es el proceso de la semilla, y así es el proceso del Reino: no tiene descanso, abarca todo el tiempo. Este desarrollo ininterrumpido tendrá un fin, habrá un momento en el que se detendrá: será el tiempo de la cosecha. En el evangelio, la cosecha es figura de la llegada definitiva del Reino y con esto, del juicio.
* El misterio. El hombre no puede manipular ni manejar este desarrollo. Es más, ni siquiera sabe cómo se produce.

Jesús  decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha».  (Mc 4, 26-29)

EL ARBOL


El árbol, por hundir sus raíces en la tierra y elevar su copa al cielo, es considerado eje y sostén del mundo, que une lo terrenal y lo celestial. Simboliza también el orden de todo el cosmos, por la disposición de sus diversas partes.
Es símbolo de vida y fecundidad, por su renovación año tras año, por su crecimiento, y, en el caso de los árboles frutales, por el alimento que ofrecen al hombre. El árbol es símbolo de vida por todo lo que provee para la existencia humana: cobijo y sombra, hojas medicinales, frutos sabrosos, leña para calentarse, y madera necesaria para muebles y casas.
Se asocia con los cuatro elementos de la naturaleza: agua, tierra, aire, fuego. Sus raíces se hunden en la tierra y de allí toman el agua, su copa se eleva a los cielos, y con su leña se hace fuego.
Los salmos cantan la majestuosidad de algunos árboles, por ej. de los cedros; pero aún siendo majestuosos, están sujetos a la voz de Dios:
¡La voz del Señor es potente,
4 la voz del Señor es majestuosa!
 La voz del Señor parte los cedros,
5 el Señor parte los cedros del Líbano;
hace saltar al Líbano como a un novillo. (Salmo 29)
Las personas justas son comparadas con árboles frondosos y fecundos:
¡Feliz el hombre
1 que no sigue el consejo de los malvados,
1 ni se detiene en el camino de los pecadores,
1 ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
2 y la medita de día y de noche!
Él es como un árbol
3 plantado al borde de las aguas,
3 que produce fruto a su debido tiempo,
3 y cuyas hojas nunca se marchitan:
3 todo lo que haga le saldrá bien. (Salmo 1)
Los árboles del Edén

Según el Génesis, en el jardín de Edén Dios plantó dos árboles:
Cuando el Señor Dios hizo la tierra y el cielo,  aún no había ningún arbusto del campo sobre la tierra ni había brotado ninguna hierba, porque el Señor Dios no había hecho llover sobre la tierra. Tampoco había ningún hombre para cultivar el suelo,  pero un manantial surgía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo.  Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su nariz un aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente.
 El Señor Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado.  Y el Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, que eran atrayentes para la vista y apetitosos para comer; hizo brotar el árbol de la vida en medio del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y del mal. (Gén 2,4-9)
Este texto nos plantea qué tipo de relación existe entre Dios y los hombres. En esta relación, Dios tiene la iniciativa y hace una llamada al compromiso libre del hombre. El árbol del conocimiento del bien y del mal está allí para simbolizar el drama de la opción. La serpiente, símbolo del mal, lleva a la mujer y al varón a comer de este árbol del conocimiento. Entonces, ellos quedan fuera del edén, sin acceso al árbol de la vida.
El árbol de Navidad  
A todo el simbolismo que ya de por sí poseen los árboles, se le agregan las características propias de los árboles usados para esta fiesta. Se trata de los pinos o abetos de los bosques europeos, que soportan el invierno y  la nieve, y por eso recrean el significado del árbol de la vida, permaneciendo verdes aún en medio de las peores inclemencias del tiempo.
Algunos creen que el hecho de poner adornos de color rojo es una evocación de los frutos del árbol del conocimiento del bien y del mal. La Biblia no identifica ese árbol con ningún frutal en particular, pero diversas lecturas lo interpretan como un manzano.
Hay que sumar a esto el simbolismo de la Cruz de Cristo como Arbol de la Vida. Cristo, en el árbol de la cruz, venció al pecado y recuperó para la humanidad la Vida del paraíso. Desde esta mirada, el árbol de Navidad con sus adornos rojos está uniendo Nacimiento y Pascua.
El árbol se remata con la estrella, símbolo de aquella que guió a los Magos de oriente hasta Belén. Las luces del árbol son señal de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.

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