viernes, 24 de octubre de 2014

2014-43.- El Sto.Padre dijo: anima a superar las divisiones y celos con amor .-Oremos juntos.


Riosalado

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22 de octubre







San Juan Pablo II -



«Prontamente beatificado y canonizado, la vida de este papa polaco es
impactante. Su fortaleza y carisma, su forma de apurar el caliz mostrando el
valor cristiano del sufrimiento sigue grabada en la retina de todos»





Karol Józef Wojtyła, aclamado pontífice Juan Pablo II, conmovió al mundo
durante casi tres décadas del siglo XX. Sus gestos de bondad, la capacidad
para llegar al corazón de creyentes y no creyentes, sus dotes de
comunicador, los incesantes viajes apostólicos en los que no cesó de
transmitir el amor de Dios, como hizo con su ingente obra, sedujeron a
millones de jóvenes y adultos. El dolor humano, con su carácter de esencial
ofrenda a Cristo, ha tenido en él uno de sus insignes valedores. Al ver los
estragos del sufrimiento en su persona, todo el planeta pudo constatar la
grandeza del mismo cuando se asume como él lo hizo. Así coronó su vida de
entrega entrado el siglo XXI, siendo faro para todos los que sufren.



Nació en Wadowice, Cracovia, el 18 de mayo de 1920. Fue el menor de tres
hermanos, aunque Olga apenas sobrevivió. Perdió a su madre a los 9 años y
poco después a Edmund, el primogénito, un médico que se contagió en el
ejercicio de su profesión. Sus padres dejaron en Karol fuertemente arraigada
la semilla de la fe católica. Brillante en sus estudios, con una mente
privilegiada, cursó filosofía en la universidad Jagellónica de Cracovia. Al
mismo tiempo se vinculó a un círculo teatral. En esa época obtuvo varios
galardones como jugador de ajedrez. En 1939, durante la invasión nazi, fue
peón en una cantera y obrero en una fábrica química. Era un líder nato,
joven atractivo, de carismática personalidad y singular magnetismo para
atraer a la gente. Gozaba del respeto y admiración de sus compañeros,
católicos idealistas y entusiastas, que conformaron el grupo Unia y que
defendían a los más débiles. En 1941, en plena ocupación alemana, falleció
su padre, oficial del ejército polaco.



La Gestapo iba tras él, y se recluyó en una buhardilla. Un sastre le dio a
conocer a san Juan de la Cruz y se entusiasmó. En esa época se sintió
llamado al sacerdocio. Tuvo que formarse en el seminario clandestino de
Cracovia hasta que el arzobispo, cardenal Stefan Sapieha, acogió al grupo de
aspirantes en su palacio. Ordenado sacerdote en noviembre de 1946, él lo
envió a Roma. Estudió en el Angellicum doctorándose en teología con una
tesis sobre su estimado santo y reformador carmelita español. En Polonia fue
vicario parroquial, capellán universitario y profesor de teología moral y de
ética en el seminario y en las universidades Jagellónica y de Lublin; era
afín al pensamiento de Scheler, sobre el que hizo su tesis. En 1958 Pío XII
lo designó obispo auxiliar de Cracovia. En 1962 participó en el Concilio
Vaticano II, donde sus intervenciones sobre el ateísmo y la libertad
religiosa no pasaron desapercibidas. Pablo VI lo nombró cardenal en 1967. Al
fallecer Juan Pablo I, tras su fugaz asunción de la Cátedra de Pedro, fue
elegido para sucederle; tomó el nombre de este antecesor.



A partir de entonces, este polaco, primero en ostentar la altísima misión
como Vicario de Cristo en la tierra, inició un pontificado excepcional.
Enamorado de la Eucaristía y devoto de María, supo llegar al corazón de
todos con independencia de razas, credos, edades, profesiones... Fue un
atleta de Cristo, sacerdote y obispo ejemplar, un gran Pastor. También
filósofo y teólogo destacado, defensor de la moral y de los derechos
humanos, de la cultura de la vida, amante de la paz y de la justicia, papa
de los jóvenes y de las familias, adalid de los derechos del no nacido, de
los ancianos y de los enfermos. Apóstol de la reconciliación que supo
aglutinar a credos diversos en Asís abriendo una vía ecuménica del diálogo
interreligioso de un valor incalculable. El papa viajero que recorrió el
mundo una y otra vez abrazando y bendiciendo a todos.



El gravísimo atentado sufrido en mayo de 1981, poco a poco fue minando su
salud. Perdonó al agresor y siguió viviendo alumbrado por Cristo y por
María, que lo rescató de una muerte prematura, pudiendo llevar a cabo de
manera heroica su responsabilidad. Afrontó magistralmente numerosos
problemas y dificultades que se le presentaron. Fue un hombre de oración que
mostró siempre una imponente fortaleza ante las adversidades. Los últimos
años de su vida no ocultó al mundo su deterioro físico; se mantuvo al frente
de la Sede de Pedro dando ejemplo de su inalterable fidelidad a Cristo y a
la Iglesia.



Catorce encíclicas, once constituciones apostólicas y 1060 audiencias
públicas celebradas dan prueba del alcance de su entrega y ardor apostólico.
En uno de sus mensajes recordó: «La vocación del cristiano es la santidad,
en todo momento de la vida. En la primavera de la juventud, en la plenitud
del verano de la edad madura, y después también en el otoño y en el invierno
de la vejez, y por último, en la hora de la muerte». Él lo cumplió con
creces. Si se pudiera hablar en términos numéricos sería uno de los pocos
pontífices que ostentó uno de los records más altos. Y no solo por los casi
veintisiete años de duración de su pontificado, el tercero más largo de la
historia. También por la muchedumbre que le siguió en directo y en diferido
multiplicando sus palabras y gestos gracias a los diversos medios de
comunicación. Ellos mostraron el dolor que produjo su muerte acaecida el 2
de abril de 2005, y el impresionante gentío que se dio cita en su duelo.



Hay que dejar atrás los detractores que tuvo y sigue teniendo, que también
han perseguido a otros integrantes de la vida santa, como se ha recordado
aquí para otras biografías; ahí está la reciente de Teresa de Calcuta. Es
inútil que traten de silenciar con absurdo griterío el eco de las obras de
los grandes hijos de Dios. Él es su valedor; no se le puede acallar. Habla a
través de los santos aunque pasen los siglos; lo vemos en esta sección de
ZENIT todos los días. La realidad es que por sus muchas virtudes Juan Pablo
II fue beatificado por Benedicto XVI el 1 de mayo de 2011. Francisco lo
canonizó junto a Juan XXIII el 27 de abril de 2014, fiesta de la Divina
Misericordia que este gran polaco instituyó.

Fuente: Isabel Orellana Vilches

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ORACIÓN A SAN JUAN PABLO II



¡Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo dónanos tu bendición!

Bendice a la Iglesia, que tú has amado, servido, y guiado, animándola a
caminar con coraje por los senderos del mundo para llevar a Jesús a todos y
a todos a Jesús.

Bendice a los jóvenes, que han sido tu gran pasión. Concédeles volver a
soñar, volver a mirar hacia lo alto para encontrar la luz, que ilumina los
caminos de la vida en la tierra.

Bendice las familias, ¡bendice cada familia!

Tú advertiste el asalto de Satanás contra esta preciosa e indispensable
chispita de Cielo, que Dios encendió sobre la tierra. San Juan Pablo, con tu
oración protege las familias y cada vida que brota en la familia.

Ruega por el mundo entero, todavía marcado por tensiones, guerras e
injusticias. Tú te opusiste a la guerra invocando el diálogo y sembrando el
amor: ruega por nosotros, para que seamos incansables sembradores de paz.

Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo, donde te vemos junto a María,
haz descender sobre todos nosotros la bendición de Dios. Amén.



Cardenal Angelo Comastri

Vicario General de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano

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