miércoles, 25 de octubre de 2017

San Lucas, evangelista: Señor, si quieres, puedes limpiarme.- Oremos juntos

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18 Octubre
Fiesta de san Lucas, evangelista



San Lucas, evangelista

Fiesta de san Lucas, evangelista, que, según la tradición, nació en
Antioquía de familia pagana y fue médico de profesión. Convertido a la fe de
Cristo, fue compañero carísimo del apóstol san Pablo, y en su libro del
Evangelio expuso por orden, cual escriba de la mansedumbre de Cristo, todo
lo que hizo y enseñó Jesús. Asimismo, en el libro de los Hechos de los
Apóstoles narró los comienzos de la vida de la Iglesia hasta la primera
venida de Pablo a la ciudad de Roma.

Tremenda ascesis nos impone la Biblia cuando nos brinda 73 libros para los
que prácticamente no tenemos referencia cierta de su autor humano. De unos
pocos, apenas 7, podemos decir con certeza científica (es decir, menos del
100% pero cercano a ello) que son de San Pablo y.... nada más. De todos los
demás libros, la atribución a un autor concreto (el Pentateuco a Moisés, los
Salmos a David, los evangelios a cada uno de sus nombres, el Apocalipsis a
Juan Apóstol, etc) son atribuciones que -no unánimemente- ha ido señalando
la tradición posterior, basándose en casi todos los casos en evidencia
puramente circunstancial. ¡Es que del Paraíso para aquí, si hay algo molesto
es no saber! así que las lagunas del saber histórico la imaginación
legendaria de cada época las va rellenando, a veces con datos completamente
ficticios, a veces con datos reales pero exagerados, a veces con datos
verosímiles aunque inciertos.

Mala manera de comenzar una hagiografía de san Lucas evangelista sembrando
duda sobre si el «Evangelio de San Lucas» será o no de san Lucas... Sin
embargo, no podemos ya en el siglo XXI presentar una hagiografía sobre el
autor del tercer evangelio sin tomar en cuenta datos que la crítica
histórica ha establecido con razonable certeza. Pero veamos el problema más
de cerca, con la crítica histórica como transfondo y los datos de la
tradición piadosa a mano:

-¿Existió un San Lucas autor del tercer evangelio y de Hechos de los
Apóstoles?
Sí, por supuesto: el Evangelio y Hechos pertenecen al estilo, la manera de
contar, el plan narrativo, la sensibilidad de un escritor; esas obras no se
escribieron solas, ni son el mero resultado de una mezcla azarosa de
papeles. Ahora bien, como datos ciertos, no hay mucho más que eso: podemos
deducir algo de su personalidad a través de sus escritos (porque siempre,
aunque no sea su intención, un escritor se retrata al escribir), pero la
atribución que la tradición piadosa ha hecho con el Lucas que menciona san
Pablo algunas veces, no puede asegurarse.

-¿En qué se basaba esa atribución?
En los siguientes datos:
*       -Dice San Pablo en Colosenses 4:14: «Os saluda Lucas, el médico
querido, y Demás.»
*       -Dice en 2 Timoteo 4:11: «El único que está conmigo es Lucas. Toma a
Marcos y tráele contigo, pues me es muy útil para el ministerio.»
*       -Dice en Filemón 1:23-24: «Te saludan Epafras, mi compañero de
cautiverio en Cristo Jesús, Marcos, Aristarco, Demás y Lucas, mis
colaboradores.»
*       Y además en Hechos de los Apóstoles, al narrar los viajes de san
Pablo se acude varias veces a hablar en primera persona del plural, en las
llamadas «secciones nos» (por ejemplo, en el capítulo 20), que parecerían
indicar que el autor estuvo allí.

Hasta aquí nada extraño, es bastante natural que pensemos que el autor del
libro tiene que ser uno de los que san Pablo menciona, pero ¿por qué Lucas
el médico? las razones de la tradición son que el Evangelio de Lucas es un
escrito elegante desde el punto de vista del idioma, que no está lleno de
semitismos como los demás, así que su autor sería genuinamente griego,
además trasluce una personalidad de cierta formación humanística... por lo
que «cierra bien» con el médico que menciona san Pablo. Si todo quedara en
una hipótesis razonable, no habría ninguna objeción, ¿qué problema hay en
identificar al autor de un evangelio con este o con aquel colaborador de san
Pablo, si lo que en definitiva se está queriendo decir es que esos escritos
son cercanos a la predicación de San Pablo?

El problema está en cuando queremos sacar consecuencias teológicas,
catequéticas y religiosas de una atribución basada en evidencia
circunstancial. Cuántas veces hemos escuchado que san Lucas describe con
maestría el aspecto humano de la agonía del Señor porque es médico...
¡cuando en realidad habíamos deducido de que debía ser el médico porque
describe con maestría el aspecto humano del Señor! de tanto repetir la
hipótesis razonable, nos olvidamos que se trataba sólo de eso, de una
hipótesis razonable, y la comenzamos a tomar como una fuente de certezas.

Pero entonces ¿qué celebramos hoy? Hoy celebramos que hubo un santo que
escribió el evangelio de Lucas y el libro de Hechos, que desde su evidente
origen pagano, vinculado casi con seguridad a la comunidad de Antioquía de
Siria, en la actual Turquía, supo penetrar en el misterio de Jesús con los
ojos de un no-judío (el único caso entre los cuatro evangelios). San Lucas
representa, sea cual sea la relación de familiaridad con san Pablo, uno de
los grandes logros de la predicación paulina, el buen fruto del injerto del
olivo silvestre (los paganos) en el olivo cultivado (Israel), como dice la
metáfora de Romanos 11.

Sería o no médico, tal vez sí, pero lo que es más importante para nosotros
no es su colegiación profesional, sino que llevó a la Iglesia cuanto poseía
como pagano: una tradición humanística, de valoración de los rasgos humanos,
que están incorporados al Evangelio, no sólo al de Lucas, sino al anuncio
del Evangelio tal cual lo entiende la Iglesia (no de Pablo ni de Apolo, sino
de Cristo). Aunque sea un rompedero de cabeza para la cristología, ¿qué más
saludable que esa mirada hecha de humanidad al contemplar al niño Jesús que
se va haciendo hombre: «Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en
gracia ante Dios y ante los hombres.» (Lc 2,52)? Ninguno de los otros
evangelios dice algo así; hacía falta un genuino griego para mirar con
mirada de humanismo griego al niño que crece. ¡Y Dios sabe cuánta falta nos
hace siempre que al menos uno de los cuatro evangelios nos baje a la tierra
en nombre del propio Dios!

También san Lucas es, por eso mismo, el gran poeta de María; en esto se
disputa con Juan, enamorado también de la Madre de Dios. Sin embargo, como
Juan aventaja a Lucas en penetrar en la hondura mística donde apenas si
distinguimos a la Madre de Jesús de la Madre-Iglesia; así Lucas aventaja a
Juan en recordarnos -y siempre- que cualquier hondura mística empieza en lo
particular, en lo concreto, en lo humano: en alguien que percibe su infinita
nada frente a Dios, que canta como en el Magnificat y se alegra del gran don
con el que ha sido honrada, que sufre silenciosa, también, al ver un Hijo al
que apenas si puede humanamente comprender, pero cuya misión sabe, en la
certeza de la fe, que viene de Dios.

A esto se pueden añadir las simpáticas leyendas piadosas, pero carentes de
todo apoyo documental, sobre que fue el primer pintor de la Virgen, sobre
todos los lugares en los que predicó luego de muerto Pablo, etc. Pero con lo
dicho, y sin necesidad de inventar nada, tenemos mucho material para
inspirar con seriedad una vida cristiana.

Oh Dios, que sanas las enfermedades de tu pueblo,
y que llamaste a Lucas, el médico amado,
para que fuese uno, de tus evangelistas!
Concédenos que
en la saludable doctrina de tu Palabra transmitida por él,
hallen nuestras almas la medicina eficaz
para todas tus dolencias; por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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