jueves, 20 de septiembre de 2018

Santa Teresa de Calcuta: no declamó la Caridad a los pobres, la vivió junto a ellos. Oremos juntos.


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Archivos adjuntosmié., 5 sept. 18:14
para Riosalado

5 de septiembre



EL PAPA PABLO VI FUE QUIEN DIO A CONOCER AL MUNDO A LA MADRE TERESA

En 1964, en plena celebración del Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI
viajó a Bombay para la clausura del Congreso Eucarístico. Era una gran
sorpresa, la segunda vez que un Papa volaba como peregrino y nadie pensó que
fuese a la India.

Aquel viaje cuyo propósito era honrar la Eucaristía pasará a la historia
como la ocasión por la que el Papa Pablo VI dio a conocer al mundo a la
Madre Teresa cuya vida de caridad es fruto de una vida Eucarística por
excelencia. En aquel tiempo muy pocos conocían a esta monja nacida en
Albania fuera de sus pobres y sus cooperadores en la India.

Al despedirse de los millones de indios en el aeropuerto, el Papa anunció:
«Antes de dejar la querida India, deseamos ofrecer nuestro coche blanco a la
Madre Teresa, superiora general de las Misioneras de la Caridad, para
ayudarla en su misión universal de amor». La Madre Teresa vendió el carro
para beneficio de sus pobres.

El Papa Pablo VI le otorgó a la Madre Teresa la primera edición del «Premio
de la Paz Juan XXIII», el 6 de enero de 1971. El Papa explicó así su
decisión: «Este premio se confiere a una religiosa que, a pesar de ser
modesta y silenciosa, es conocida por quienes observan el arrojo de la
caridad en el mundo de los Pobres: se llama Madre Teresa y, desde hace
veinte años, está desempeñando una maravillosa misión de amor en las calles
de la India a favor de los leprosos, de los viejos, de los niños
abandonados». A este le siguió el Premio Templeton, en reconocimiento al
progreso de los valores religiosos y en 1979 el Premio Nobel de la Paz en
1979.


UNA SONRISA

Una sonrisa en los labios alegra nuestro corazón,
conserva nuestro buen humor,
guarda nuestra alma en paz,
vigoriza la salud,
embellece nuestro rostro
e inspira buenas obras.

Sonriamos a los rostros tristes,
tímidos, enfermos, conocidos,
familiares y amigos.

Sonriámosle a Dios con la aceptación
de todo lo que El nos envié y
tendremos el merito de poseer
la mirada radiante de su rostro
con su amor por toda la eternidad.

Las palabras de Cristo son muy claras,
pero debemos entenderlas como una
realidad viviente, tal como El las propuso.
Cuando El habla de hambre,
no habla solamente del hambre de pan,
sino hambre de amor, hambre de ser
comprendido, de ser querido.

El experimentó lo que es ser rechazado porque
vino entre los suyos y los suyos no lo quisieron.
Y El conoció lo que es estar solo,
abandonado, y no tener a nadie suyo.

Esta hambre de hoy, que esta rompiendo vidas en todo el mundo destruyendo
hogares y naciones, habla de no tener hogar, no solamente un cuarto con
techo, pero el anhelo de ser aceptado, de ser tratado con compasión, y que
alguien abra nuestro corazón para recibir al que se sienta abandonado.

-Madre Teresa, M.C.

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