viernes, 1 de junio de 2018

San Justino, Mártir: entrego la vida por la Verdad: Dios Uno y Trino. Oremos juntos

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1 de Junio
San Justino
Martir
Año 165




No fue sacerdote, sino simplemente un laico, y fue el primer apologista
cristiano. Se llama apologista al que escribe en defensa de algo. Y Justino
escribió varias apologías o defensas del cristianismo. Sus escritos ofrecen
detalles muy interesantes para saber cómo era la vida de los cristianos
antes del año 200 y cómo celebraban sus ceremonias religiosas.
El mismo Justino cuenta que él era un Samaritano, porque nació en la antigua
ciudad de Siquem, capital de Samaria (ciudad que en su tiempo se llamaba
Naplus). Sus padres eran paganos, de origen griego, y le dieron una
excelente educación, instruyéndolo lo mejor posible en filosofía, literatura
e historia.
Durante algún tiempo se dedicó a estudiar la ciencia que enseñaban los que
seguían la corriente llamada "estoicismo", pero luego dejó esa religión
porque se dio cuenta de que no le enseñaban nada seguro acerca de Dios.
Un día que paseaba junto al mar, meditando acerca de Dios, vio que se le
acercaba un venerable anciano, el cual le dijo: - Si quiere saber mucho
acerca de Dios, le recomiendo estudiar la religión cristiana, porque es la
única que habla de Dios debidamente y de manera que el alma queda plenamente
satisfecha. El anciano le recomendó que le pidiera mucho a Dios la gracia de
lograr saber más acerca de El, y le recomendó la lectura de la S. Biblia.
Justino se dedicó a leer la S. Biblia y allí encontró maravillosas
enseñanzas que antes no había logrado encontrar en ningún otro libro. Tenía
unos treinta años cuando se convirtió, y en adelante el estudio de la
Sagrada Escritura fue para él lo más provechoso de toda su existencia.
El santo cuenta que cuando todavía no era cristiano, había algo que lo
conmovía profundamente y era ver el valor inmenso con el cual los mártires
preferían los más atroces martirios, con tal de no renegar de su fe en
Cristo, y que esto lo hacia pensar: "Estos no deben ser criminales porque
mueren muy santamente y Cristo en el cual tanto creen, debe ser un ser muy
importante, porque ningún tormento les hace dejar de creer en El".
Los paganos conocían poco del cristianismo porque había pocos escritos que
defendieran nuestra santa religión. Y Justino se convenció de que muchos
paganos llegarían a ser cristianos si leían un libro donde se les comprobara
filosóficamente que el cristianismo es la religión más santa de la tierra. Y
se convenció de que es una grave obligación de los que están convencidos de
la santidad de nuestra religión, tratar de animar a otros para que lleguen
también a pertenecer al cristianismo. A él le llamaban la atención aquellas
palabras del Libro del Eclesiástico en la S. Biblia: "Tener sabiduría y
guardársela para uno mismo sin comunicarla a los demás, es una infidelidad y
una inutilidad". Por eso se propuso recoger todas las pruebas que pudo y
publicar sus "Apologías" en favor de la religión de Jesucristo.
Ataviado con las vestimentas características de los filósofos, Justino
recorrió varios países y muchas ciudades, discutiendo con los paganos, con
los herejes y los judíos, tratando de convencerlos de que el cristianismo es
la religión verdadera y la mejor de todas las religiones.
En Roma tuvo Justino una gran discusión filosófica con un filósofo cínico
llamado Crescencio, en la cual le logró demostrar que las enseñanzas de los
cínicos (que no respetan las leyes morales) son de mala fe y demuestran
mucha ignorancia en lo religioso. Crescencio, lleno de odio al sentirse
derrotado por los argumentos de Justino, dispuso acusarlo de cristiano, ante
el alcalde de la ciudad. Había una ley que prohibía declararse públicamente
como seguidor de Cristo. Y además en el gobierno había ciertos descontentos
porque Justino había dirigido sus "Apologías" al emperador Antonino Pío y a
su hijo Marco Aurelio, exigiéndoles que si en verdad querían ser piadosos y
ser justos tenían que respetar a la religión cristiana que es mejor que las
demás.
En sus famosos libros de Apologías (o defensa del cristianismo) nuestro
santo les decía a los gobernantes de ese tiempo: ¿Por qué persiguen a los
seguidores de Cristo? ¿Porque son ateos? No lo son. Creen en el Dios
verdadero. ¿Porque son inmorales? No. Los cristianos observan mejor
comportamiento que los de otras religiones. ¿Porque son un peligro para el
gobierno? Nada de eso. Los cristianos son los ciudadanos más pacíficos del
mundo. ¿Porque practican ceremonias indebidas? Y les describe enseguida cómo
es el bautismo y cómo se celebra la Eucaristía, y de esa manera les
demuestra que las ceremonias de los cristianos son las más santas que
existen.
Las actas que se conservan acerca del martirio de Justino son uno de los
documentos más impresionantes que se conservan de la antigüedad. Justino es
llevado ante el alcalde de Roma, y empieza entre los dos un diálogo
emocionante:
Alcalde. ¿Cuál es su especialidad? ¿En qué se ha especializado?
Justino. Durante mis primero treinta años me dediqué a estudiar filosofía,
historia y literatura. Pero cuando conocí la doctrina de Jesucristo me
dediqué por completo a tratar de convencer a otros de que el cristianismo es
la mejor religión.
Alcalde. Loco debe de estar para seguir semejante religión, siendo Ud. tan
sabio.
Justino. Ignorante fui cuando no conocía esta santa religión. Pero el
cristianismo me ha proporcionado la verdad que no había encontrado en
ninguna otra religión.
Alcalde. ¿Y qué es lo que enseña esa religión?
Justino. La religión cristiana enseña que hay uno solo Dios y Padre de todos
nosotros, que ha creado los cielos y la tierra y todo lo que existe. Y que
su Hijo Jesucristo, Dios como el Padre, se ha hecho hombre por salvarnos a
todos. Nuestra religión enseña que Dios está en todas partes observando a
los buenos y a los malos y que pagará a cada uno según haya sido su
conducta.
Alcalde. ¿Y Usted persiste en declarar públicamente que es cristiano?
Justino. Sí declaro públicamente que soy un seguidor de Jesucristo y quiero
serlo hasta la muerte.
El alcalde pregunta luego a los amigos de Justino si ellos también se
declaran cristianos y todos proclaman que sí, que prefieren morir antes que
dejar de ser amigos de Cristo.
Alcalde. Y si yo lo mando torturar y ordeno que le corten la cabeza, Ud. que
es tan elocuente y tan instruido ¿cree que se irá al cielo?
Justino. No solamente lo creo, sino que estoy totalmente seguro de que si
muero por Cristo y cumplo sus mandamientos tendré la Vida Eterna y gozaré
para siempre en el cielo.
Alcalde. Por última vez le mando: acérquese y ofrezca incienso a los dioses.
Y si no lo hace lo mandaré a torturar atrozmente y haré que le corten la
cabeza.
Justino. Ningún cristiano que sea prudente va a cometer el tremendo error de
dejar su santa religión por quemar incienso a falsos dioses. Nada más
honroso para mí y para mis compañeros, y nada que más deseemos, que ofrecer
nuestra vida en sacrificio por proclamar el amor que sentimos por Nuestro
Señor Jesucristo.
Los otros cristianos gritaron que ellos estaban totalmente de acuerdo con lo
que Justino acababa de decir.
Justino y sus compañeros, cinco hombres y una mujer, fueron azotados
cruelmente, y luego les cortaron la cabeza.
Y el antiquísimo documento termina con estas palabras: "Algunos fieles
recogieron en secreto los cadáveres de los siete mártires, y les dieron
sepultura, y se alegraron que les hubiera concedido tanto valor, Nuestro
Señor Jesucristo a quien sea dada la gloria por los siglos de los siglos.
Amen".

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