domingo, 12 de abril de 2009

Si quieres ser fiel, sé muy mariano


Anegada en dolor, está María junto a la Cruz. Y Juan, con Ella. Pero se 
      hace tarde, y los judíos instan para que se quite al Señor de allí. 
      Después de haber obtenido de Pilatos el permiso que la ley romana exige 
      para sepultar a los condenados, llega al Calvario un senador llamado José, 
      varón virtuoso y justo, oriundo de Arimatea. El no ha consentido en la 
      condena, ni en lo que los otros han ejecutado. Al contrario, es de los que 
      esperan en el reino de Dios (Lc XXIII,50-51). Con él viene también 
      Nicodemo, aquel mismo que en otra ocasión había ido de noche a encontrar a 
      Jesús, y trae consigo una confección de mirra y áloe, cosa de cien libras 
      (Ioh XIX,39). 
      Ellos no eran conocidos públicamente como discípulos del Maestro; no se 
      habían hallado en los grandes milagros, ni le acompañaron en su entrada 
      triunfal en Jerusalén. Ahora, en el momento malo, cuando los demás han 
      huido, no temen dar la cara por su Señor. 
      Entre los dos toman el cuerpo de Jesús y lo dejan en brazos de su 
      Santísima Madre. Se renueva el dolor de María. 
      -¿A dónde se fue tu amado, oh la más hermosa de las mujeres? ¿A dónde se 
      marchó el que tú quieres, y le buscaremos contigo? (Cant V,17). 
      La Virgen Santísima es nuestra Madre, y no queremos ni podemos dejarla 
      sola.
Si quieres ser fiel, sé muy mariano. 
      Nuestra Madre -desde la embajada del Angel, hasta su agonía al pie de la 
      Cruz- no tuvo más corazón ni más vida que la de Jesús. 
      Acude a María con tierna devoción de hijo, y Ella te alcanzará esa lealtad 
      y abnegación que deseas.
 
Via Crucis, Estacion XII, San Josemaria Escrivá
Virgen Santa acógeme bajo Tu  protección y hazme docil al Espiritu Santo.
 

Dios te salve, María,
llena de gracia, el Señor es contigo.
 Bendita eres entre todas las mujeres
 y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
 ruega por nosotros pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte.
 Amén.

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