Servicio
Bíblico Latinoamericano
Semana del 12 al 18 de
noviembre de 2017 – Ciclo A
OBSERVACIONES
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Domingo 12 de noviembre de 2017
32º Ordinario
Josafat, obispo y mártir (1623)
Sab 6,12-16: Encuentran la sabiduría quiénes la
buscan
Salmo 62: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios
mío
1Tes 4,13-17: A los que han muerto en Jesús, Dios
los llevará con él
Mt 25, 1-13: Las vírgenes prudentes
En estos
domingos «finales» del año litúrgico, los textos nos dirigen una invitación a
reflexionar sobre el «final» de toda existencia. Éste final es considerado no
sólo como la meta en que la vida adquiere realización o acabamiento, sino
también como la meta del caminar histórico colectivo del ser humano y de la
realidad toda. Semanas para contemplar este aspecto ineludible de nuestras
vidas.
La primera lectura, del Libro de la Sabiduría, es un himno que
canta los maravillas de la Sabiduría. Ésta sale al encuentro de quienes la
buscan, de quienes la aman, y ella misma se muestra. La sabiduría es una
cualidad, una manera en que Dios se manifiesta a quienes realmente le buscan.
La única condición para que este encuentro se llegue a dar, es estar abierto a
la sabiduría, buscarla; como se busca a Dios. (Importante darse cuenta de que
la Sabiduría es presentada en este libro como «personificada», pero no
«hipostasiada»: la personificación es simplemente una figura literaria, una
forma de hablar).
Por su parte Pablo, en la carta a los Tesalonicenses, intenta
responder las dudas de algunos hermanos que han ingresado hace poco a la
comunidad. Estos hermanos consideran desfavorecidos a los difuntos porque iban
a estar ausentes de la cercana venida del Señor. Pablo reafirma la enseñanza
que él recibió. Los que murieron en Jesús estarán presentes con él en el último
día. Ellos resucitarán en primer lugar y los que quedemos seremos llevados al
Señor. Por que si creemos que Jesús murió y resucitó, Dios llevará consigo a
quienes murieron en Jesús, pues para Pablo en el bautismo, expresión de
conversión, nos sumergimos en la muerte del Señor para resucitar con él; así
mismo quienes murieron con Cristo resucitan con él porque han participado del
camino, del seguimiento, y la alegría por continuar anunciando la Utopía de
Dios, que llamamos Reino. Terreno difícil para distinguir lo que es sustancia
de nuestra fe –o de nuestra esperanza- sin confundirla con una cosmología o
mitología del tiempo y de la cultura helenista que no era la de Jesús...
teniendo en cuenta que la cosmología o representación de la vida y la muerte en
la cultura de la sociedad en que vivió Jesús tampoco son para nosotros «Palabra
de Dios»...
El evangelio del día de hoy nos trae la parábola de las diez
vírgenes, prudentes y necias, que estaban esperando al novio. Recordemos que el
reino de Dios también es simbolizado con un banquete de bodas... «El novio»
designa a Jesús mismo (Mateo 9,15).
La parábola nos enseña que el final de cada persona depende del camino
que ella escoja, y que de alguna manera, la muerte es consecuencia de la vida
–prudente o necia– que se ha llevado. Muchachas necias son las que han
escuchado el mensaje de Jesús pero no lo han llevado a la práctica. Muchachas
prudentes son las que lo han traducido en su vida, por eso entran al banquete
del Reino. De esta manera, la lectura del evangelio se enmarca en la
preocupación de los cristianos recién convertidos de la comunidad de
Tesalónica, Grecia, (los Tesalonicenses), la preocupación por el final de los
tiempos.
La parábola es una seria llamada de atención para nosotros. "ustedes
velen, porque no saben el día ni la hora". No dejen que en ningún
momento se apague la lámpara de la fe, porque cualquier momento puede ser el
último. Estén atentos, porque la fiesta de la vida está teniendo lugar ya,
ahora mismo. El Reino está ya aquí. Enciendan las lámparas con el aceite de la
fe, con el aceite de la fraternidad, de la caridad mutua. Nuestros corazones
llenos así de luz nos permitirán vivir la auténtica alegría aquí y ahora. Los
demás, los que viven a nuestro alrededor se verán también iluminados, conocerán
también el gozo de la presencia del Novio esperado. Jesús nos pide que nunca
nos falte ese aceite en nuestras lámparas.
Ciertamente tenemos que aprovechar el momento presente, pero para
construir fraternidad, no para buscar de manera egoísta nuestro propio
bienestar. Las vírgenes necias pusieron otro aceite en sus lámparas: el que
sólo sirve para alumbrar egoístamente nuestro camino. No pudieron entrar en la
fiesta de la boda. Y si hubiesen entrado no hubiesen entendido absolutamente
nada. En la fiesta de la hermandad los que sólo miran por su propio interés se
aburren.
Sería bueno preguntarnos de qué tipo es el aceite que alimenta
nuestras lámparas. Sería bueno examinar cómo trabajamos día a día para aumentar
la intensidad de nuestro fuego, y de nuestras reservas. ¿O acaso desperdiciamos
las ocasiones de crear fraternidad, de amar y servir a los hermanos?
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 70 de la serie «Un
tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «Con las lámparas
encendidas». El audio, el guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: https://radialistas.net/article/70-con-las-lamparas-encendidas/
Para la revisión de vida
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Mi vida: ¿es una vida de
futuro, de esperanza...? ¿Pienso en el futuro decisivo? ¿Me lo planteo
suficientemente, a pesar de su misteriosidad?
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¿Está nuestra vida demasiado
absorbida por los detalles pequeños y diarios, sin previsión de futuro, sin la
prudencia de poner en el centro la búsqueda de la Utopía del Reino?
Para la reunión de grupo
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Estos domingos últimos los
temas de los evangelios son la esperanza, el futuro, el final... y sus
evangelios están tomados del capítulo 25 de Mateo. Repasemos las características
de la parte apocalíptica que está al final de los evangelios sinópticos...
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Sabiduría no es erudición,
sino saber entender y vivir la vida, saber analizar las cosas, las situaciones
y experiencias... con los ojos de Dios. Digamos qué es la sabiduría con
palabras y referencias de hoy. ¿Dónde está la sabiduría en nuestra civilización
actual?
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La carta a los tesalonicenses
dice: «No queremos que vivan ustedes como personas que no tienen esperanza»...
Preguntémonos: la esperanza... ¿es sólo de los cristianos? ¿Pueden tener
esperanza los ateos? ¿Se puede tener esperanza si no se cree en la
resurrección?
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Comentar, si se recuerda,
aquella imagen del «mártir ateo», de Ernst Bloch. O la expresión de Enrique
Tierno Galván: ser agnóstico implica «saberse establecer cómodamente en la
finitud»...
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El
llamado a la «vigilancia» es un mensaje recurrente en el evangelio. En la
parábola de hoy es claro. En un contexto cultural en el que el «gran relato»
religioso establecía que esta vida era sólo una «prueba» que Dios nos pone para
enviarnos tras la muerte a la «vida definitiva del cielo o del infierno» la
«vigilancia» tenía un sentido obvio y capital, central incluso. ¿Mantiene hoy
el mismo sentido? ¿Por qué? ¿Cómo expresaríamos hoy el «megarrelato» religioso?
¿Qué sentido puede tener hoy la invitación a la «vigilancia»?
Para la oración de los fieles
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Por la Iglesia, para que renueve su esperanza y sepa ofrecerla con
humildad a la humanidad. Oremos.
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Por todos aquellos que buscan conocer la vida en profundidad, para que
se encuentren con el Dios Padre que cuida de todos nosotros y nos llama a vivir
como hermanos. Oremos.
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Por todas las personas, para que encuentren en su vida la luz que les
lleve a discernir y dejar los ídolos que alienan y no salvan. Oremos.
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Por todos aquellos que viven afligidos al ver la muerte como un
callejón sin salida, para que la Buena Noticia los abra a la esperanza y dé
sentido a sus vidas. Oremos.
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Por todos los que viven instalados en lo superfluo de la vida, para
que descubran la hermosa tarea que tenemos todos de transformar el mundo en una
sociedad solidaria. Oremos.
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Por todos los difuntos, para que gocen ya de a deseada plenitud de la
vida, junto al Padre. Oremos.
Oración comunitaria
Dios, Padre nuestro, ayúdanos para que
sepamos vivir con toda responsabilidad y esperanza, como nos enseñó Jesús, de
manera que se alejen de nosotros el desánimo, la tristeza y la desesperanza y
podamos trabajar libremente en la construcción de tu Reino. Por Jesucristo.
O
bien:
Dios
Padre y Madre de toda la Humanidad, que nos invitas a vivir con intensidad
nuestra corta vida, cuidando siempre de que el aceite arda en las lámparas de
nuestros corazones: ayúdanos a amar a fondo a todo lo que vive y existe, y a
ser dadores de vida y de esperanza. Esto nosotros te lo pedimos apoyados en
Jesús, tu hijo, hermano nuestro. Amén.
Lunes 13 de noviembre de 2017
Diego de Alcalá (1463)
Sab 1,1-7: El Espíritu llena la tierra
Salmo 138: Guíame, Señor, por el camino recto
Lc 17,1-6: Si vuelve a decir: “Lo siento”,
perdónalo
Como una
preocupación pastoral de su tiempo, y válida para la vida de comunidad hoy,
Lucas busca responder, evocando las palabras de Jesús, a qué es lo que
constituye a la comunidad. A la comunidad la constituye, primero, la gratuidad
y responsabilidad mutua por el acompañamiento integral a las personas que la
conforman. Actuar para desorientar o desviar a los otros de una vida de acuerdo
al evangelio, escandaliza. Segundo, la corrección fraterna, el perdón y la reconciliación
implican un ejercicio de diálogo y cuidado recíproco. Confundir corrección con
reproche es violencia. Tercero, sin ejercicio de perdón y de corrección
fraterna la comunidad ni crece ni permanece unida, se hace indiferente, creando
falsos “pactos de no agresión”. Cuarto, una fe que se identifique con la causa
de Jesús y las causas hondamente humanas, crean comunidad que humaniza, de lo
contrario, destruye la vida y los proyectos compartidos. ¿Son estas las
preocupaciones que guían a tu comunidad o más bien le interesa el escándalo, el
rencor, la indiferencia y una fe mezquina?
Martes
14 de noviembre de 2017
Gertrudis (1302)
Sab 2,23–3,9: Dios creó al hombre para la
inmortalidad
Salmo 33: Bendigamos al Señor a todas horas
Lc 17,7-10: Solo somos servidores
Con esta
parábola concluye Lucas, evocando la pedagogía de Jesús, su enseñanza acerca de
las relaciones comunitarias. Los seguidores de Jesús estamos llamados más que
nunca a caer en la cuenta de cuál es la lógica que fundamentan las relaciones
que establecemos. En una sociedad como la nuestra marcada por el poder
económico, la tentación de “comercializar”, “publicar” o “resocializar”
nuestras acciones para que nos adulen y rindan pleitesía y de establecer con los
otros y con Dios relaciones mercantiles y retributivas, y la presunción de
obtener los méritos para “pasar factura a nuestros hermanos”, están a la orden
del día. La exhortación crucial de la parábola es clara: considerémonos unos
siervos capacitados para el servicio, responsables y transparentes, ya que el
engreimiento es inhumano, no es evangélico, y crea relaciones hostiles. ¿Cómo
hacer de nuestras relaciones escenarios de cuidado y misericordia? Digamos con
fe: “gracias, Señor, por permitirme pertenecer a tu Reino; acrecienta mi
humanidad, y humaniza mi fe”.
Miércoles 15 de noviembre de 2017
Alberto Magno (1280), Roque González (1628)
Sab 6,1-11: Aprendan a ser sabios
Salmo 81: Levántate, oh Dios, y juzga la tierra
Lc 17,11-19: Ponte de pie y vete, tu fe te ha
salvado
El
encuentro de Jesús con los diez leprosos, dibuja un triple movimiento para la
vida de la comunidad: “ir, regresar y volver al camino”. Ir “de camino” como
Jesús, significa asumir la vida con las posibilidades, riesgos y consecuencias
que ello implica, buscar la recuperación y sanación de lo infra-humano,
derribar los muros que nos separan, ser generadores de resiliencia, y activos
inconformistas con todo tipo de discriminación social, religiosa o de condición
mental o sexual. “Regresar agradecido” es reconocer cómo Dios cotidianamente
nos transforma la vida, en la experiencia de sabernos perdonados, curados,
invitados a amar sin exclusiones, a no creernos con el derecho de condenar o
juzgar a alguien. “Volver al camino”, requiere apuesta de fe, integración de
nuestro pasado, la humanización de nuestro presente y construcción de vida
saludable para las generaciones futuras. Pidamos al Dios de Jesús que nos
mantenga en camino, cure nuestras lepras, sanee nuestra fe y nos haga ser agradecidos
en todo momento.
Jueves 16 de noviembre de 2017
Margarita de Escocia (1093)
Sab 7,22–8,1: La Sabiduría es reflejo de la luz
eterna
Salmo 118: Enséñame, Señor, tus leyes
Lc 17,20-25: El reino de Dios está entre ustedes
Cuando
comprendemos que la presencia de Jesús entre nosotros significa el acontecer de
Dios y su Reino actuando desde dentro de la realidad, pierde sentido la
pregunta de los fariseos, sobre cuándo y dónde se manifestará maravillosamente.
Lo importante es el “aquí y el ahora” de la salvación, o lo que es lo mismo, de
la humanización. “Aquí y ahora” que nos posibilita forjar un futuro distinto
para las generaciones venideras. La presencia del Reino de Dios se hace
efectiva en la medida que somos capaces de recrear nuestra vida y la de
nuestros semejantes; cuando somos capaces de cuidar el hábitat y el cosmos que
nos rodea. El Reino tiene que ver con la humanización de la tecnología y la
economía, la transformación ética de la política, la renovación y democratización
de los sistemas religiosos. El Reino implica, ineludiblemente, estar donde se
cuece la vida digna, pero también donde se la corrompe y la mutila. ¿Qué
estamos haciendo para que el reino siga aconteciendo en medio de nosotros?
Viernes
17 de noviembre de 2017
Isabel de
Hungría (1231)
Sab 13,1-9: ¿Cómo no encontraron a su Dueño?
Salmo 18: Los mandatos del Señor son rectos y
alegran el corazón
Lc 17,26-37: Quien trate de conservar su vida, la
perderá
¿Qué
sentido tiene evocar hoy la historia de Noé y Lot en nuestra vida personal y
comunitaria? Si algo quiere trasmitirnos Lucas con estas dos historias no es la
imagen de una intervención terrorífica de Dios en la historia, con una serie de
cataclismos cósmicos y un severo juicio divino, sino capacitarnos para captar
con lucidez las situaciones límites de la vida y resistir a la tentación de
vivir despistados o apegados a nuestras zonas de confort. En otras palabras.
Las “calidades” de nuestros equipos y recursos, las inversiones tecnológicas y
económicas que podamos hacer, la automatización de las relaciones y el apego a
lo tradicional no son garantía de una vida en comunidad evangélica que haga
presente el acontecer de Dios. Lo realmente significativo es desprendernos de
la nostalgia del pasado, de la lucha por la cantidad y del aburguesamiento
pastoral y misionero de la comunidad. ¿Personal y comunitariamente percibimos
la novedad de Dios y lo que él quiere que surja y acontezca entre nosotros?
Sábado 18 de noviembre de 2017
Basílicas de S. Pedro y S. Pablo, Rose
Philippine Duchesne (1852)
Sab 18,14-16; 19,6-9: Se vio el Mar Rojo como
camino
Salmo 104: Recuerden las maravillas que hizo el
Señor
Lc 18,1-8: Dios hará justicia a sus elegidos
El pasaje
lucano de hoy evoca una enseñanza de Jesús a sus discípulos ofreciéndonos una
lección actual que redimensiona la manera de relacionarnos con Dios: la vida ha
de ser una permanente oración, fiable y creadora de justicia ante la
desesperanza y la tentación de renunciar a la fe. Nuestra vida está llamada a
ser toda ella un modo de orar. Hay situaciones vitales como la angustia, la
protesta, la denuncia, la reclamación de nuestros derechos, el clamor por la
justicia que se convierten en oración encarnada. Sin embargo, humanamente, no
es infrecuente que después de orar con insistencia, y no ver resultados
aparentes, acabemos renunciando a la oración, y consecuentemente a la fe. El
eje de la parábola no está puesto en la perseverancia de la súplica, sino en la
seguridad de que Dios mismo se hará cargo y nos encargará sostener la vida
propia y la de la comunidad en términos de justicia, dignidad y humanización.
¿Asumes este desafío que nace de la relación que establecemos con Dios?
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