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San Marcos
Evangelista
Según tradición eclesiástica, Marcos, llamado también Juan Marcos o
simplemente Juan, es el autor de un evangelio y el intérprete que traducía a
Pedro en sus predicaciones frente a auditorios de habla griega. Era hijo de
una cierta María, cuya casa de Jerusalén estaba abierta a la primitiva
comunidad Cristiana. Primo de Bernabé, probablemente fuera como él de
estirpe sacerdotal. Afirma por una parte la tradición que Marcos nunca
habría oído personalmente la predicación del Señor, pero por otra muchos han
querido descubrirlo en aquel muchacho que huyó desnudo en el huerto de
Getsemaní, episodio que sólo el evangelio a él atribuido refiere. Tal vez
haya conocido al grupo de seguidores sin llegar a ser propiamente discípulo.
Al comenzar la expansión del evangelio, Pablo y Bernabé salieron de
Jerusalén hacia Antioquía llevando con ellos a Marcos; éste los acompañó en
sus primeras empresas misionales, a Chipre y Perges, de donde regresó por
causas desconocidas.
Bernabé, deseoso de llevar nuevamente a Marcos con ellos cuando el apóstol
planeaba su segundo viaje, encontró la oposición de Pablo, que partió solo.
Marcos siguió, pues, a Bernabé una vez más hasta Chipre. Sin embargo, Marcos
reaparece junto a Pablo en Roma, pero es creencia que fue más bien discípulo
de Pedro, quien confirma esta suposición al llamarlo "hijo" suyo en su
primera carta. El evangelio que se le atribuye, además, sigue muy de cerca
el esquema de los discursos de Pedro que nos ha conservado el libro de los
Hechos de los Apóstoles.
Nada sabemos de su existencia posterior. La segunda carta a Timoteo lo
señala entre los compañeros de este discípulo de Pablo; conforme a un dato
que recoge el historiador Eusebio de Cesarea (a comienzos del siglo IV), la
Iglesia de Alejandría lo habría tenido por fundador. Sus últimos años y el
lugar de su muerte nos son desconocidos.
El breve relato que lleva su nombre descubre un espíritu observador y ágil.
Sólo Marcos, por ejemplo, destaca el verdor de la hierba sobre la que Jesús
hizo sentar a la muchedumbre hambrienta antes de multiplicar los panes y los
pescados por primera vez.
Las grandes líneas de su evangelio, en tanto, trasuntan una profunda
credibilidad histórica y demuestran singular valor teológico. Marcos
comienza por presentar a Jesús bien recibido por la gente, pero pronto su
humilde mesianismo, tan alejado de las reivindicatorias expectativas
populares de los judíos, ocasiona la decepción de la masa; apagado el
entusiasmo primerizo, el Señor se retira de Galilea para dedicarse de lleno
a la instrucción de los discípulos, quienes por boca de Pedro confiesan la
divinidad de su Maestro. A partir de este reconocimiento de Cesarea, todo el
relato se orienta a Jerusalén; en la ciudad santa, finalmente, la oposición
crece y culmina en el juicio inicuo y la pasión, que alcanza su victoriosa
respuesta cuando Cristo abandona su tumba, de acuerdo con lo que había
profetizado de si mismo.
El secreto mesiánico, del que Marcos hace un tema central, da así todo su
fruto: Jesús, siervo humillado por la maldad y la ignorancia de los hombres
que él había venido a rescatar, es exaltado por Dios, como ha de serlo todo
el que a él se una de corazón y lo siga en el camino, el único que permite
comprender esa "Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios" que Marcos nos
ha trasmitido en un lenguaje popular, muchas veces incorrecto en la forma,
pero vivaz y lleno de encanto.
Fuente: ETWN
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Oremos
Señor, tú que diste a San Marcos el carisma de anunciar el Evangelio, haz
que sepamos aprovecharnos de sus escritos y por ellos aprendamos a seguir
fielmente a Jesucristo. Que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu
Santo, que es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
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