Curso-peregrinación
online: Tierra Santa, lugar de tres religiones
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Curso-peregrinación online: Tierra Santa, lugar de tres religiones
Un curso más de Catholic.net! Online, gratuito. Del 2 de septiembre al 22 de diciembre 2013 Autor: Varios | Fuente: Evangelizacióndigital.org / Catholic.net |
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Estimados amigos y visitantes de Catholic.net: En este curso, haremos un recorrido turístico-religioso por los Santos Lugares, conoceremos y comprenderemos cómo conviven las tres grandes religiones monoteístas en Tierra Santa: Cristianismo Judaísmo e Islam, sus costumbres y tradiciones, visitaremos los lugares de la vida de Cristo y la Santísima Virgen. Conjuntamente al curso de turismo religioso, que se enviará cada semana por correo y se desarrollará en el foro como hacemos habitualmente, cada domingo nos uniremos a la plataforma de Evangelización Digital para peregrinar por los lugares que vayamos visitando y conocer la Tierra Santa, de primera mano, con guías conocedores de los lugares santos, y además con materiales de estudio y de formación. Fecha de inicio: 2 de septiembre de 2013 Fecha final: 22 diciembre 2013 El curso está dirigido a todas las personas interesadas en conocer Tierra Santa en el aspecto religioso del turismo desde el punto de vista sociocultural y principalmente, a quienes quieran vivir una profunda experiencia espiritual y encontrarse con Cristo en su Tierra y de las personas que estuvieron a su lado, tal como nos lo muestran los Santos Evangelios. Camina, con nosotros tras las huellas de Jesús... Hini Llaguno
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Tema 3. La ruta del Evangelio I: En
Galilea con san Lucas
Curso: Tierra Santa, lugar de tres religiones. Semana del 16 de septiembre Autor: EWTN | Fuente: www.ewtn.com |
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«San
Lucas escribió dos libros muy famosos: el tercer Evangelio y Los Hechos de
los apóstoles.Es un escritor muy agradable, y el que tiene el estilo más
hermoso en el Nuevo Testamento. Sus dos pequeños libros se leen con verdadero
agrado.
Era médico. San Pablo lo llama "Lucas, el médico muy amado", y probablemente cuidaba de la quebrantada salud del gran apóstol. Era compañero de viajes de San Pablo. En los Hechos de los apóstoles, al narrar los grandes viajes del Apóstol, habla en plural diciendo "fuimos a... navegamos a..." Y va narrando con todo detalle los sucesos tan impresionantes que le sucedieron a San Pablo en sus 4 famosos viajes. Lucas acompañó a San Pablo cuando éste estuvo prisionero, primero dos años en Cesarea y después otros dos en Roma. Es el único escritor del Nuevo Testamento que no es israelita. Era griego. El poeta Dante le dio a San Lucas este apelativo: "el que describe la amabilidad de Cristo". Y con razón el Cardenal Mercier cuando un alumno le dijo: "Por favor aconséjeme cuál es el mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo", le respondió: "El mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo se llama: El Evangelio de San Lucas". Un autor llamó a este escrito: "El libro más encantador del mundo". Como era médico era muy comprensivo. Dicen que un teórico de oficina, ve a las gentes mejor de lo que son. Un sociólogo las ve peor de lo que son en realidad. Pero el médico ve a cada uno tal cual es. San Lucas veía a las personas tal cual son (mitad debilidad y mitad buena voluntad) y las amaba y las comprendía. En su evangelio demuestra una gran estimación por la mujer. Todas las mujeres que allí aparecen son amables y Jesús siempre les demuestra gran aprecio y verdadera comprensión. Su evangelio es el más fácil de leer, de todos los cuatro. Son 1,200 renglones escritos en excelente estilo literario. Lo han llamado "el evangelio de los pobres", porque allí aparece Jesús prefiriendo siempre a los pequeños, a los enfermos, a los pobres y a los pecadores arrepentidos. Es un Jesús que corre al encuentro de aquellos para quienes la vida es más dura y angustiosa. También se ha llamado: "el evangelio de la oración", porque presenta a Jesús orando en todos los grandes momentos de su vida e insistiendo continuamente en la necesidad de orar siempre y de no cansarse de orar. Otro nombre que le han dado a su escrito es el "evangelio de los pecadores", porque presenta siempre a Jesús infinitamente comprensivo con los que han sido víctimas de las pasiones humanas. San Lucas quiere insistir en que el amor de Dios no tiene límites ni rechaza a quien desea arrepentirse y cambiar de vida. Por eso los pecadores leen con tanto agrado y consuelo el evangelio de San Lucas. Es que fue escrito pensando en ellos. Su evangelio es el que narra los hechos de la infancia de Jesús, y en él se han inspirado los más famosos pintores para representar en imágenes tan amables escenas. Dicen que murió soltero, a la edad de 84 años, después de haber gastado su vida en hacer conocer y amar a Nuestro Señor Jesucristo.» Fuente: EWTN He escogido para introducir este tema una simpática biografía de san Lucas. El evangelio de san Lucas es el único que narra la infancia de Jesús y el que trata más sobre la Virgen María. Se dice que ella misma le instruyó en Efeso. El Evangelio de san Lucas comienza así: 1 Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, 2 tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra. 3 Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, 4 a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido. Empecemos a "amar en la imaginación los lugares que vamos a recorrer", como dijo el P. Manuel en la presentación de este domingo, y nos trasladaremos, con el Evangelio, a la región de Galilea que está en el norte de Israel, donde viviremos desde los orígenes el nacimiento, la vida oculta y la predicación en Galilea de Jesús de la mano de san Lucas (capítulos del 1 al 9), "a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido" Lc 1,4. Al leer el Evangelio de san Lucas, quisiera que cada uno escoja un pasaje, unos cuantos versículos y los ubique en elmapa de Galilea. Una vez localizado el lugar, con los ojos del corazón, busquen a Jesús allí, en el pasaje del Evangelio elegido y reflexione en ello. Solo reflexionen, usen la imaginación y amen lo que sucedió allí. Quien quiera puede compartir aquí sus versículos y su reflexión. Ya en el taller de esta semana habrá tiempo y espacio para peregrinar por los lugares santos de Galilea, hacer un poco de turismo y compartir nuestras investigaciones. Taller tema 3: Lugares del cristianismo en Galilea
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Tema 5. Otros lugares de interés en Galilea
Tema 5. Otros lugares de interés en
Galilea
Su gran concentración de lugares de interés, su belleza natural y sus asombrosos paisajes son lo que hace de Galilea una región única Autor: Ministerio de Turismo de Israel | Fuente: www.goisrael.es |
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Hileras de colinas con altos picos, un río, numerosos afluentes y arroyos, paisajes primitivos, bosques siempre verdes, densas arboledas naturales, valles, lagos, y gran cantidad de visitantes y excursionistas convierten a Galilea en un lugar muy especial. Galilea es una región montañosa situada al norte de Israel que se divide en dos grandes secciones: la Alta Galilea al norte y la Baja al sur. El pico más alto de la Alta Galilea es el Monte Merón, que se eleva 1.208 metros sobre el nivel del mar, mientras que el punto más alto de la Baja Galilea está en la cumbre del Monte Kamón, con 602 metros de altitud. Gracias a su abundancia de agua y al suelo fértil de los valles de Galilea, esta región ha permanecido densamente poblada hasta cierto punto desde la antigüedad, y actualmente alberga la mayor variedad de comunidades étnicas de Israel. Allí habitan pueblos drusos (Beit Jan, Pekiin) y circasianos (Reikhaniya, Kfar Kama) que conservan sus antiguas tradiciones; igualmente, cuenta con poblaciones árabes de mayoría musulmana (Kafr Yasif), cristiana (Fasuta) o en las que existe cierto equilibrio entre ambas religiones (Ma´alot Tarkhisha). Galilea es uno de los principales destinos turísticos de Israel, ya que posee lugares de interés de muy diverso tipo. Por ejemplo, hay parques nacionales con antigüedades (como Bar´am, Tsipori, Beit She´arim, Monfort y Kohav Hayarden), comunidades agrícolas moshavim de los primeros días del moderno Estado de Israel que reflejan la historia del sionismo (Metula, Yesud Ha-Ma´ala, Rosh Pina), hermosas reservas naturales (Lago Hula, Monte Merón, Bosque de Bar´am, Nahal Kziv y muchos más), lugares sagrados para los judíos, como tumbas de sabios y antiguas sinagogas (en Safed [Tsfat] y Tiberias), además de lugares santos para los cristianos visitados por un gran número de peregrinos en su paso por Tierra Santa (Nazaret, Kfar Nahum [Cafarnaún], el río Jordán y el Lago Kinneret). Su gran concentración de lugares de interés, su belleza natural y sus asombrosos paisajes son lo que hace de Galilea una región única. Incluso se le ha llegado a dar el sobrenombre de la Toscana o la Provenza israelíes. Sea como fuere, es un lugar fascinante que ofrece multitud de opciones abiertas al turismo y al entretenimiento. Fuente: www.goisrael.es Como pueden ver, Galilea es un lugar hermoso, lleno de lugares interesantes. En este tema vamos a investigar los lugares turísticos y también los principales monumentos religiosos del Islam y el Judaísmo. Buen viaje! Taller tema 5: Cultura en Galilea Podemos seguir añadiendo cosas ¡al mapa!
Tema 6. Samaria
Curso: Tierra Santa, lugar de tres religiones. Semana del 7 de octubre Autor: P. Santiago Quemada | Fuente: unsacerdoteentierrasanta.blogspot.com.es
"La samaritana le dijo: - ¿Cómo Tú, judío, me pides de beber a mí
que soy mujer samaritana? Porque los judíos no se hablaban con los samaritanos"
(Jn. 4, 9).
El tercer domingo de Cuaresma se puede leer el Evangelio de la samaritana en el pozo. El Siquem o Sicar de las Escrituras es el actual Nablus. Ahí está el pozo llamado de Jacob, y en el que Jesús le pidió de beber a una mujer samaritana. En este terreno se encontraron las ruinas de una iglesia bizantina. Actualmente hay una iglesia ortodoxa, y en la cripta se haya el pozo. Hay que bajar muchas escaleras, porque el lugar se ha ido rellenado con los despojos de muchas guerras. Efectivamente -como afirmó la mujer samaritana- no se podían ver judíos y samaritanos. En el año 926 antes de Cristo, las tribus del norte se rebelaron contra el Rey Roboam, hijo de Salomón. De aquí surgieron dos reinos: el del norte, con su capital en Siquem, y el de Judá en el sur con su capital en Jerusalén. En el año 875 a. C. el rey de Israel, Omrí, traslada la capital a Samaria. En el año 722 a. C., los asirios conquistaron a las diez tribus del reino de Israel. La Biblia cuenta que el pueblo original fue al exilio y se reemplazó por gente foránea, a quién se le dio cierta instrucción religiosa similar a la judía. Aunque el pueblo samaritano, originado con esta mezcla, reconocía la Torá, fue despreciado por el pueblo judío. En los siglos V y VI, bajo los bizantinos, eran más de 300.000. El bajón dramático hasta la actualidad -de unos pocos centenares- se debe por una parte a la matanza de más de 50.000 en la rebelión del año 529 contra Justiniano y, posteriormente, a la progresiva islamización. Actualmente apenas superan el número de 600 en Tierra Santa. Como fueron expulsados del judaísmo por Esdras y Nehemías -siglo V a. C.-, no reconocen desde entonces el Templo de Jerusalén y edificaron su santuario en el monte Garizín, para ellos el lugar más sagrado de la tierra. Los samaritanos solamente aceptan a Moisés como único profeta y no reconocen la tradición oral del Talmud, y tampoco los libros de los Profetas, porque se guían exclusivamente por los cinco libros de la Torá o Pentateuco. Usan un código llamado Hillukh que trata de aplicar la Torá a la vida social. Sus costumbres se mantienen judías. Conservan, por ejemplo, el rito de la Purificación por medio de las cenizas de una vaca roja. Este rito lo abandonó el judaísmo con la destrucción del Templo, hace dos mil años. También el día de la Pascua ofrecen en sacrificio a muchos corderos a la vez. Pueden sacrificar unos 30 ante la vista del pueblo. Es el único lugar del mundo donde se sacrifican corderos según la antigua tradición judía. Debido a su población reducida, a su endogamia y a su negativa a aceptar conversos, los samaritanos han tenido problemas de enfermedades genéticas. Sólo, en tiempos recientes han aceptado que los hombres de la comunidad se casen con mujeres no samaritanas. Los samaritanos en el Monte Gerizim hablan el árabe como primer idioma y el hebreo moderno como segundo. La mayoría de los samaritanos de la otra comunidad, la de Holón -especialmente las generaciones jóvenes- tienen al hebreo como su lengua materna, aunque también entienden el árabe. El pozo de Sicar es un lugar especial, especialmente para los cristianos, pues se puede decir que es de los pocos sitios que -podemos decir- tocó Jesús en persona. Fuente: Un Sacerdote en Tierra Santa. Blog del P. Santiago Quemada Por lo que podemos ver, Samaria era un lugar de paso para Jesús y sus discípulos. Había que pasar por allí para ir de Galilea a Judea y se ve también que no era un lugar agradable, que los samaritanos no estaban abiertos a recibir gente de fuera. En el texto del P. Santiago Quemada que acabamos de leer, se explica un poco - aunque claramente- por qué no se hablaban y también por qué la samaritana marca esa diferencia entre los judíos y los samaritanos que, en un primer momento nos hace preguntarnos que si los samaritanos no eran judíos, ¿no era todo tierra de Israel? Hay dos textos del Evangelio, muy conocidos, acerca de esta región: el que acabamos del ver del encuentro con la samaritana y el que escuchamos en el Evangelio del domingo pasado, "El buen Samaritano", pero la dimensión del problema de evangelización en Samaria culmina en el capítulo 8 de los hechos de los apóstoles, cuando comienza la primera persecución cristiana y Felipe baja a Samaria a predicar a Cristo. Con estas bases vamos a investigar, más a fondo, esta semana el conflicto samaritano en tiempos de Cristo y la situación actual.
Taller
tema 6: Lugares de Samaria
Antes
que nada, pido disculpas por el atraso con este tema. Se ve que también
tuvimos un problemita con la conferencia, pero todo se resuelve y seguimos
adelante!
En el taller de esta semana volvemos al mapa y visitaremos la costa mediterránea de Israel desde Haifa hasta Tel Aviv. Quiero contarles que estuve en el Encuentro Internacional de Blogueros con el Papa en la ciudad de Valladolid. Fue muy enriquecedor, muy positivo y muy interesante. Ya iré contando, poco a poco, más por el Facebook de Fe y Turismo,que por aquí para no distraer demasiado el curso, pero quiero compartir una frase que escuche de Fray Nelson Medina: Ser cristiano es unirse a los que peregrinan. Hay que empezar a hacer el camino e ir uniendo gente y así, el día que lleguemos al final de nuestra peregrinación, al encuentro con Cristo, otros vendrán peregrinando detrás como nosotros lo hicimos Esta frase la recogí para nosotros, para nuestro curso, que somos doblemente peregrinos por nuestro camino cristiano en esta tierra y por nuestra vocación de turistas religiosos, peregrinos de los santos lugares.
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Tema 7. Lugares
arqueológicos en Israel
Curso: Tierra Santa, lugar de tres religiones. Semana del 14 de octubre Autor: Israel Wonders | Fuente: www.goisrael.es
En Israel,
tierra que ha estado en las encrucijadas de la historia durante milenios, las
civilizaciones han dejado literalmente su huella en forma de ruinas en
cientos de parajes impresionantes. Gracias a la arqueología han salido a la
luz estos restos, desde grandes puertas y baluartes hasta delicadas y
preciosas piezas de joyería, desde misteriosas inscripciones hasta escondites
en cuevas y sistemas de canalización de agua, hallazgos que le dejarán
maravillado con los logros de los antiguos sobre cuyas pisadas va a caminar.
Para los arqueólogos de Israel es un privilegio y una pasión descubrir, conservar y mostrar los hallazgos que revelan el pasado multicultural de Israel y la rica historia de las tres religiones monoteístas que arraigaron aquí. Las maravillas arqueológicas de Israel comienzan por la prehistoria, con los restos de nuestros antepasados encontrados en el Monte Carmelo y en las montañas de Nazaret. Por todas partes encontramos el sello de las Escrituras Hebreas, desde la puerta de tres arcos de Dan, que se remonta a la época de Abraham (Génesis, 14:14), hasta el antiguo pozo de Beersheva, ciudad fundada por el primer patriarca (Génesis, 21:31). Se cree que Tel Tzafit, en la región filistea del centro de Israel era Gat, lugar de origen de Goliat (1 Samuel, 17:4). La exposición de Los Rollos del Mar Muerto y el Santuario del Libro en el Museo de Israel, contienen probablemente algunos de los mayores descubrimientos arqueológicos del siglo XX. Los hallazgos relacionados con el Nuevo Testamento reviven la historia de Jesús en Corozaín, Betsaida, la Barca de Galilea, la Piscina de Siloé en Jerusalén y más. Los restos islámicos surgen en monumentos como la Mezquita Blanca en la ciudad de Ramla (siglo VII) y en los edificios medievales aún en uso de Jerusalén y San Juan de Acre, entre otros. Algunos de estos tesoros han sido declarados Lugares Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, entre ellos los tels bíblicos de Megiddo, Hazor y Beersheva, la Ruta del Incienso y las ciudades del desierto del Néguev, los centros del comercio en la antigüedad, la Ciudad Vieja de San Juan de Acre, las ruinas herodianas y la heroica historia de Massada, además de muchos otros enclaves propuestos. Los arqueólogos y restauradores de Israel trabajan sin descanso para descubrir estos y otros lugares buscando interpretaciones innovadoras. Los periodos romano y bizantino cobran vida de nuevo gracias a la delicada reconstrucción y los hermosos vestigios que se encuentran en las rutas turísticas de los parques nacionales de Cesarea y Beit Shean. El Centro Davidson, donde se muestra el peregrinaje al Templo, en el Parque Arqueológico del Muro sur de Jerusalén, se construyó cuidadosamente en el sótano de un palacio del siglo VIII. Esculturas sobre temas de la antigüedad adornan las ruinas del palacio del Primer Templo en Ramat Rachel, cerca de Jerusalén. La presentación audiovisual de Beit Alfa muestra al "consejo de la sinagoga" que ha encargado este colorido mosaico a su artista. En Tzippori, actores disfrazados relatan a los visitantes historias de días pasados entre las ruinas, y en Nazaret Village una meticulosa reconstrucción muestra cómo era la vida cotidiana en tiempos de Jesús. El Museo de Israel, los museos Rockefeller y Tierras de la Biblia de Jerusalén, el Museo Haaretz (parte del cual es una verdadera ciudad filistea antigua) y el Museo Hecht de la Universidad de Haifa exhiben algunas de las mayores colecciones de antigüedades del mundo. Otras recopilaciones arqueológicas más pequeñas, como las de los kibbutzs Galed o Ein Shemer, ponen de manifiesto el amor de los israelíes por las antigüedades en su propio entorno. Fuente: www.goisrael.es Nos acercamos a Jerusalén, vamos rodeando antes de entrar de lleno en los lugares del nacimiento, pasión, muerte y resurrección de Jesús. No podemos entrar sin conocer todos los lugares por los que El pudo haber pasado o pudo haber mirado, los lugares que son parte de su tierra y que las excavaciones científicas van descubriendo poco a poco. Hay mucha acción en este tema, como hemos leído, Israel está lleno de maravillas arqueológicas que queremos conocer! Taller tema 7: Contemplando los misterios Inscripción a las conferencias de los domingos
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Tema 9: La ciudad de Belén
Curso: Tierra Santa, lugar de tres religiones. Semana del 28 de octubre Autor: Juan Pablo Montes | Fuente: www.dialogoreligioso.org |
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Vamos recorriendo Tierra Santa de norte a
sur. Ya hemos pasado por Galilea, por Samaria, y finalmente entramos a
Judea.Esta semana nos detenemos en Belén, el lugar de nacimiento del Niño
Jesús.
Hay mucho que visitar y conocer en Belén, los que van a la peregrinación de los domingos ya han pasado por allí, también los que han tenido la oportunidad de visitar Tierra Santa, pero todos, podemos detenernos en este santo lugar y acompañar a la Sagrada Familia en la gruta, la basílica y todos los lugares de Belén relacionados, plasmando en el foro los textos y las imágenes de las investigaciones y de las experiencias. Preciosa etapa compañeros peregrinos, buen viaje! |
Belén es nombre simbólico: en árabe "casa de la
carne" y en hebraico "casa de pan"[1]. Se encuentra a solo 8
kilómetros de la ciudad de Jerusalén. Es un poblado árabe de unos 35.000
habitantes.
Belén en el Antiguo Testamento
La ciudad de Belén es la cuna del Rey David, el hijo menor de Iese, elegido por Dios[2], ungido por el profeta Samuel para ser "el 2º Rey de Israel" y cabeza de la dinastía, de la cual nacería el Mesías.
"Belén y David quedarían a partir de entonces como una nota destacada en los oráculos mesiánicos"[3].
El profeta Miqueas le correspondió revelar donde nacería el "Ungido de las naciones": Mas tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño.
Por eso él los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel.
El se alzará y pastoreará con el poder de Yahveh, con la majestad del nombre de Yahveh su Dios. Se asentarán bien, porque entonces se hará él grande hasta los confines de la tierra (Miq 5,1-3).
Belén en el Nuevo Testamento
Conocemos por los Evangelios que allí nació Jesús: En aquel tiempo, apareció un edicto del César Augusto para que se hiciera el censo de toda la tierra. (...) Y todos iban a hacerse empadronar, cada uno a su ciudad. Subió también José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Betlehem, porque era de la casa y linaje de David, para hacerse inscribir con María su esposa, que estaba encinta. Ahora bien, mientras estaban allí, llegó para ella el tiempo de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito; y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la hostería (Lc 2,1.3-7). El profeta Miqueas lo había profetizado siglos antes[4].
Los contemporáneos de Jesucristo conocían muy bien esa profecía, pues los Santos Evangelios hacen mención de ello: Ellos le dijeron: En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel (Mt 2,5-6).
La Basílica de la Natividad
La Basílica de la Natividad recuerda este acontecimiento importante:
"La Estrella de plata (...) indica el lugar donde nació Cristo en la Gruta de la Basílica de la Natividad, (...) Si bien el altar pertenece al rito griego ortodoxo, la inscripción de la estrella es latina y reza: ´Aquí, de la Virgen María, nació Jesucristo´"[5].
La gruta de la Natividad tiene las dimensiones de una pequeña capilla casi rectangular (12,30 metros por 3,50 metros), con un pequeño ábside en el extremo oriental[6].
"El pesebre es venerado en la capillita, igualmente rupestre, de al lado. El altar que está en frente al pesebre está dedicado a los Reyes Magos. En él pueden celebrar la misa los sacerdotes católicos"[7].
Gruta de la Natividad
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento (Lc 2,6-7).
"... el lugar tradicional del nacimiento de Cristo. Es una gruta que se encuentra bajo el presbiterio. A ambos lados de este hay una escalera que comunican con la gruta" (...) La gruta es una capilla de reducidas dimensiones, de forma casi rectangular (12,30 metros x 3,50 metros), con un pequeño ábside en el extremo oriental. En él hay un altar y, debajo de éste, una estrella de plata señala el lugar donde Cristo nació de la Virgen María".
"El pesebre es venerado en la capillita igualmente rupestre de al lado. El altar que está al frente está dedicado a los Reyes Magos"[8].
Iglesia de Santa Catalina
Fue construida en la Edad Medía y dedicada a la mártir de Alejandría. Hoy es la Iglesia parroquial de la comunidad católica de la ciudad de Belén, regenteada por la Congregación fundada por San Francisco de Asís.
Es en esta Iglesia, donde se celebra con toda solemnidad la Navidad del Verbo Encarnado, presidida la Santa Misa por el Patriarca latino de Jerusalén.
"La iglesia ha sufrido varias transformaciones. En 1880 fue ampliada hacia el oeste, sacrificando la galería oriental del claustro de San Jerónimo, situado a la entrada de la Iglesia, lo que fue una pérdida, por tratarse de una obra notable en su género en Palestina. En 1948 fue restaurada por A. Barluzzi. En el centro luce una estatua de San Jerónimo"[9].
Grutas de San Jerónimo
En la nave derecha de la Iglesia de Santa Catalina hay una escalera que desciende las grutas llamadas de San Jerónimo, en memoria de este santo Doctor de la Iglesia. Según una tradición, este santo, quien vivió en la ciudad de Belén, y fue donde escribió la Biblia, llamada "Vulgata", eligió estas grutas para su sepultura.
La gruta más grande está dedicada al Patriarca San José y a la visión del ángel, quien le ordena de parte de Dios que parta hacia Egipto para salvar al Divino Niño que estaba en peligro[10]. A la izquierda de la entrada, una capillita rupestre dedicada a los Santos Inocentes. Debajo del presbiterio se encuentran algunas tumbas vacías de personas que quisieron ser enterradas cerca del Santo.
Próxima a la escalera de bajada, por el lado derecho, una puerta comunica con una estancia, donde pueden verse los cenotafios[11] de las Santas Paula y Eustoquia, su hija y el de Eusebio de Cremona.
"A la izquierda, junto a la entrada, existe una cisterna que, según estudios arqueológicos, es anterior al nacimiento de Jesucristo, lo que prueba que están grutas eran ya utilizadas para cobijo de animales y, probablemente, también de personas"[12].
Gruta de la leche
La Gruta de la Leche se encuentra a 200 metros aproximadamente del Santuario de la Natividad. Según una tradición, en la huida a Egipto[13], la Santísima Virgen María sentada sobre una roca, dio de mamar al Verbo Encarnado.
A la entrada de la capilla, se encuentra una hermosa escultura de San José conduciendo un pequeño burro, quien lleva en su lomo a su esposa, la Virgen María y al Niño Dios, en brazos de su Madre. Ambos padres miran con ternura a quien es el Verbo Encarnado.
La capilla tiene muchísimos cuadros, donde se ve a la Virgen María dándole el pecho a su Divino Hijo.
La ciudad de Belén en la Sagrada Escritura
◦ Belén - Efrata: Casa de pan - La fértil
◦ Génesis 35,16.20; 48,7 Nacimiento de Benjamín. Tumba de Raquel
◦ Jueces 17,7-13 El país de un levita, sierva de Micá
◦ 1º Samuel 16,1-13 Unción de David por Samuel
◦ 2º Samuel 23,13-17 Ocupada por los Filisteos
◦ 1º Crónica 2,9-17 Orígenes de David
◦ 2º Crónica 11,1-3 Unción de David
◦ 1º Crónica 3,1-9 Hijos de David
◦ San Mateo 2,1-18 Adoración de los Magos y muerte de los santos Inocentes
◦San Lucas 2,1-7 Nacimiento de Jesús en Belén
◦ San Juan 7,42 Los judíos sabían que el Mesías nacería en Belén y sería descendiente del Rey David
◦ Miqueas 5,1-5 Jesús vendrá al pueblo de Belén
Bibliografía
[1] LOMBARDI, LUIGI; La Tierra Santa, Edizioni Plurigraf, Narni-Terni, 1986, 23.
[2] Cf. 1º Sam 16,1ss.
[3] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1993, 167.
[4] Pero tú, Belén de Efrata, pequeña para ser contada entre las familias de Judá, de ti me saldrá quien señoreará en Israel, cuyos orígenes serán de antiguo, de días de muy remota antigüedad (Miq 5,2).
[5] LOMBARDI, LUIGI; La Tierra Santa, Edizioni Plurigraf, Narni-Terni, 1986, 24.
[6] Cf. DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1990, 169.
[7] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1990, 169.
[8] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1993, 174
[9] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1993, 175.
[10] Cf. Mt 2,13ss.
[11] "Monumento funerario sin los restos de la persona a quien se halla dedicado".
[12] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1993, 175.
[13] Cf. Mt 2,14.
Autor: Juan Pablo Montes
Belén en el Antiguo Testamento
La ciudad de Belén es la cuna del Rey David, el hijo menor de Iese, elegido por Dios[2], ungido por el profeta Samuel para ser "el 2º Rey de Israel" y cabeza de la dinastía, de la cual nacería el Mesías.
"Belén y David quedarían a partir de entonces como una nota destacada en los oráculos mesiánicos"[3].
El profeta Miqueas le correspondió revelar donde nacería el "Ungido de las naciones": Mas tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño.
Por eso él los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel.
El se alzará y pastoreará con el poder de Yahveh, con la majestad del nombre de Yahveh su Dios. Se asentarán bien, porque entonces se hará él grande hasta los confines de la tierra (Miq 5,1-3).
Belén en el Nuevo Testamento
Conocemos por los Evangelios que allí nació Jesús: En aquel tiempo, apareció un edicto del César Augusto para que se hiciera el censo de toda la tierra. (...) Y todos iban a hacerse empadronar, cada uno a su ciudad. Subió también José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Betlehem, porque era de la casa y linaje de David, para hacerse inscribir con María su esposa, que estaba encinta. Ahora bien, mientras estaban allí, llegó para ella el tiempo de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito; y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la hostería (Lc 2,1.3-7). El profeta Miqueas lo había profetizado siglos antes[4].
Los contemporáneos de Jesucristo conocían muy bien esa profecía, pues los Santos Evangelios hacen mención de ello: Ellos le dijeron: En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel (Mt 2,5-6).
La Basílica de la Natividad
La Basílica de la Natividad recuerda este acontecimiento importante:
"La Estrella de plata (...) indica el lugar donde nació Cristo en la Gruta de la Basílica de la Natividad, (...) Si bien el altar pertenece al rito griego ortodoxo, la inscripción de la estrella es latina y reza: ´Aquí, de la Virgen María, nació Jesucristo´"[5].
La gruta de la Natividad tiene las dimensiones de una pequeña capilla casi rectangular (12,30 metros por 3,50 metros), con un pequeño ábside en el extremo oriental[6].
"El pesebre es venerado en la capillita, igualmente rupestre, de al lado. El altar que está en frente al pesebre está dedicado a los Reyes Magos. En él pueden celebrar la misa los sacerdotes católicos"[7].
Gruta de la Natividad
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento (Lc 2,6-7).
"... el lugar tradicional del nacimiento de Cristo. Es una gruta que se encuentra bajo el presbiterio. A ambos lados de este hay una escalera que comunican con la gruta" (...) La gruta es una capilla de reducidas dimensiones, de forma casi rectangular (12,30 metros x 3,50 metros), con un pequeño ábside en el extremo oriental. En él hay un altar y, debajo de éste, una estrella de plata señala el lugar donde Cristo nació de la Virgen María".
"El pesebre es venerado en la capillita igualmente rupestre de al lado. El altar que está al frente está dedicado a los Reyes Magos"[8].
Iglesia de Santa Catalina
Fue construida en la Edad Medía y dedicada a la mártir de Alejandría. Hoy es la Iglesia parroquial de la comunidad católica de la ciudad de Belén, regenteada por la Congregación fundada por San Francisco de Asís.
Es en esta Iglesia, donde se celebra con toda solemnidad la Navidad del Verbo Encarnado, presidida la Santa Misa por el Patriarca latino de Jerusalén.
"La iglesia ha sufrido varias transformaciones. En 1880 fue ampliada hacia el oeste, sacrificando la galería oriental del claustro de San Jerónimo, situado a la entrada de la Iglesia, lo que fue una pérdida, por tratarse de una obra notable en su género en Palestina. En 1948 fue restaurada por A. Barluzzi. En el centro luce una estatua de San Jerónimo"[9].
Grutas de San Jerónimo
En la nave derecha de la Iglesia de Santa Catalina hay una escalera que desciende las grutas llamadas de San Jerónimo, en memoria de este santo Doctor de la Iglesia. Según una tradición, este santo, quien vivió en la ciudad de Belén, y fue donde escribió la Biblia, llamada "Vulgata", eligió estas grutas para su sepultura.
La gruta más grande está dedicada al Patriarca San José y a la visión del ángel, quien le ordena de parte de Dios que parta hacia Egipto para salvar al Divino Niño que estaba en peligro[10]. A la izquierda de la entrada, una capillita rupestre dedicada a los Santos Inocentes. Debajo del presbiterio se encuentran algunas tumbas vacías de personas que quisieron ser enterradas cerca del Santo.
Próxima a la escalera de bajada, por el lado derecho, una puerta comunica con una estancia, donde pueden verse los cenotafios[11] de las Santas Paula y Eustoquia, su hija y el de Eusebio de Cremona.
"A la izquierda, junto a la entrada, existe una cisterna que, según estudios arqueológicos, es anterior al nacimiento de Jesucristo, lo que prueba que están grutas eran ya utilizadas para cobijo de animales y, probablemente, también de personas"[12].
Gruta de la leche
La Gruta de la Leche se encuentra a 200 metros aproximadamente del Santuario de la Natividad. Según una tradición, en la huida a Egipto[13], la Santísima Virgen María sentada sobre una roca, dio de mamar al Verbo Encarnado.
A la entrada de la capilla, se encuentra una hermosa escultura de San José conduciendo un pequeño burro, quien lleva en su lomo a su esposa, la Virgen María y al Niño Dios, en brazos de su Madre. Ambos padres miran con ternura a quien es el Verbo Encarnado.
La capilla tiene muchísimos cuadros, donde se ve a la Virgen María dándole el pecho a su Divino Hijo.
La ciudad de Belén en la Sagrada Escritura
◦ Belén - Efrata: Casa de pan - La fértil
◦ Génesis 35,16.20; 48,7 Nacimiento de Benjamín. Tumba de Raquel
◦ Jueces 17,7-13 El país de un levita, sierva de Micá
◦ 1º Samuel 16,1-13 Unción de David por Samuel
◦ 2º Samuel 23,13-17 Ocupada por los Filisteos
◦ 1º Crónica 2,9-17 Orígenes de David
◦ 2º Crónica 11,1-3 Unción de David
◦ 1º Crónica 3,1-9 Hijos de David
◦ San Mateo 2,1-18 Adoración de los Magos y muerte de los santos Inocentes
◦San Lucas 2,1-7 Nacimiento de Jesús en Belén
◦ San Juan 7,42 Los judíos sabían que el Mesías nacería en Belén y sería descendiente del Rey David
◦ Miqueas 5,1-5 Jesús vendrá al pueblo de Belén
Bibliografía
[1] LOMBARDI, LUIGI; La Tierra Santa, Edizioni Plurigraf, Narni-Terni, 1986, 23.
[2] Cf. 1º Sam 16,1ss.
[3] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1993, 167.
[4] Pero tú, Belén de Efrata, pequeña para ser contada entre las familias de Judá, de ti me saldrá quien señoreará en Israel, cuyos orígenes serán de antiguo, de días de muy remota antigüedad (Miq 5,2).
[5] LOMBARDI, LUIGI; La Tierra Santa, Edizioni Plurigraf, Narni-Terni, 1986, 24.
[6] Cf. DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1990, 169.
[7] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1990, 169.
[8] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1993, 174
[9] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1993, 175.
[10] Cf. Mt 2,13ss.
[11] "Monumento funerario sin los restos de la persona a quien se halla dedicado".
[12] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1993, 175.
[13] Cf. Mt 2,14.
Autor: Juan Pablo Montes
Tema 11: Entrada en
Jerusalén
Curso: Tierra Santa, lugar de tres religiones. Semana del 11 de noviembre
Autor: S.S. Benedicto XVI | Fuente: Jesús de Nazaret: Desde la Entrada en Jerusalén hasta la Resurrección
Curso: Tierra Santa, lugar de tres religiones. Semana del 11 de noviembre
Autor: S.S. Benedicto XVI | Fuente: Jesús de Nazaret: Desde la Entrada en Jerusalén hasta la Resurrección
Después de haber recorrido Israel durante diez
semanas, hoy llegamos a Jerusalén. Utilizamos un capítulo del libro "Jesús
de Nazaret: Desde la Entrada en Jerusalén hasta la Resurrección", de S.S.
Benedicto XVI.
Es para leerlo despacio, para mirar con los ojos de la fe y también con ojos de peregrino en esta tierra, los lugares, las situaciones, los personajes, las aplicaciones litúrgicas de este pasaje del Evangelio en este texto del Papa Benedicto.
Adelante peregrinos! Entremos con Jesús a Jerusalén!
Es para leerlo despacio, para mirar con los ojos de la fe y también con ojos de peregrino en esta tierra, los lugares, las situaciones, los personajes, las aplicaciones litúrgicas de este pasaje del Evangelio en este texto del Papa Benedicto.
Adelante peregrinos! Entremos con Jesús a Jerusalén!
El Evangelio de Juan refiere que Jesús celebró tres fiestas de Pascua durante el tiempo de su vida pública: una primera en relación con la purificación del templo (2,13-25); otra con ocasión de la multiplicación de los panes (6,4); y, finalmente, la Pascua de la muerte y resurrección (p. ej. 12,1; 13,1), que se ha convertido en «su» gran Pascua, en la cual se funda la fiesta cristiana, la Pascua de los cristianos. Los Sinópticos han transmitido información solamente de una Pascua: la de la cruz y la resurrección; para Lucas, el camino de Jesús se describe casi como un único subir en peregrinación desde Galilea hasta Jerusalén. Es ante todo una «subida» en sentido geográfico: el Mar de Galilea está aproximadamente a 200 metros bajo el nivel del mar, mientras que la altura media de Jerusalén es de 760 metros sobre el nivel del mar. Como peldaños de esta subida, cada uno de los Sinópticos nos ha transmitido tres profecías de Jesús sobre su Pasión, aludiendo con ello también a la subida interior, que se va desarrollando a lo largo del camino exterior: el ir caminando hacia el templo como el lugar donde Dios quiso «establecer» su nombre, como se describe en el Libro del Deuteronomio (12,11; 14,23). La última meta de esta «subida» de Jesús es la entrega de sí mismo en la cruz, una entrega que reemplaza los sacrificios antiguos; es la subida que la Carta a los Hebreos califica como un ascender, no ya a una tienda hecha por mano de hombre, sino al cielo mismo, es decir, a la presencia de Dios (9,24). Esta ascensión hasta la presencia de Dios pasa por la cruz, es la subida hacia el «amor hasta el extremo» (cf.Jn 13,1), que es el verdadero monte de Dios. Naturalmente, la meta inmediata de la peregrinación de Jesús es Jerusalén, la Ciudad Santa con su templo y la «Pascua de los judíos», como la llama Juan (2,13). Jesús se había puesto en camino junto con los Doce, pero poco a poco se fue uniendo a ellos un grupo creciente de peregrinos; Mateo y Marcos nos dicen que, ya al salir de Jericó, había una «gran muchedumbre» que seguía a Jesús (Mt 20,29; cf. Mc 10,46). En este último tramo del recorrido hay un episodio que aumenta la expectación por lo que está a punto de ocurrir, y que pone a Jesús de un modo nuevo en el centro de atención de quienes lo acompañan. Un mendigo ciego, llamado Bartimeo, está sentado junto al camino. Se entera de que entre los peregrinos está Jesús y entonces se pone a gritar sin cesar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí» (Mc10,47). En vano tratan de tranquilizarlo y, al final, Jesús le invita a que se acerque. A su súplica -«Rabbuní, ¡que pueda ver!»-, Jesús le contesta: «Anda, tu fe te ha curado». Bartimeo recobró la vista «y le seguía por el camino» (Mc10,48-52). Una vez que ya podía ver, se unió a la peregrinación hacia Jerusalén. De repente, el tema «David», con su intrínseca esperanza mesiánica, se apoderó de la muchedumbre: este Jesús con el que iban de camino ¿no será acaso verdaderamente el nuevo David? Con su entrada en la Ciudad Santa, ¿no habrá llegado la hora en que Él restablezca el reino de David? Los preparativos que Jesús dispone con sus discípulos hacen crecer esta expectativa. Jesús llega al Monte de los Olivos desde Betfagé y Betania, por donde se esperaba la entrada del Mesías. Manda por delante a dos discípulos, diciéndoles que encontrarían un borrico atado, un pollino, que nadie había montado. Tienen que desatarlo y llevárselo; si alguien les pregunta el porqué, han de responder: «El Señor lo necesita» (Mc 11,3; Lc 19,31). Los discípulos encuentran el borrico, se les pregunta -como estaba previsto- por el derecho que tienen para llevárselo, responden como se les había ordenado y cumplen con el encargo recibido. Así, Jesús entra en la ciudad montado en un borrico prestado, que inmediatamente después devolverá a su dueño. Todo esto puede parecer más bien irrelevante para el lector de hoy, pero para los judíos contemporáneos de Jesús está cargado de referencias misteriosas. En cada uno de los detalles está presente el tema de la realeza y sus promesas. Jesús reivindica el derecho del rey a requisar medios de transporte, un derecho conocido en toda la antigüedad (cf. Pesch, Markusevangelium, II, p. 180). El hecho de que se trate de un animal sobre el que nadie ha montado todavía remite también a un derecho real. Y, sobre todo, se hace alusión a ciertas palabras del Antiguo Testamento que dan a todo el episodio un sentido más profundo. En primer lugar, las palabras de Génesis 49,10s, la bendición de Jacob, en las que se asigna a Judá el cetro, el bastón de mando, que no le será quitado de sus rodillas «hasta que llegue aquel a quien le pertenece y a quien los pueblos deben obediencia». Se dice de Él que ata su borriquillo a la vid (Gn 49,11). Por tanto, el borrico atado hace referencia al que tiene que venir, al cual «los pueblos deben obediencia». Más importante aún es Zacarías 9,9, el texto que Mateo y Juan citan explícitamente para hacer comprender el «Domingo de Ramos»: «Decid a la hija de Sión: mira a tu rey, que viene a ti humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de acémila» (Mt 21,5;cf. Za 9,9; Jn 12,15). Ya hemos reflexionado ampliamente sobre el sentido de estas palabras del profeta para comprender la figura de Jesús al comentar la bienaventuranza de los humildes, de los mansos (cf. primera parte, pp. 108-112). Él es un rey que rompe los arcos de guerra, un rey de la paz y un rey de la sencillez, un rey de los pobres. Y hemos visto, en fin, que gobierna un reino que se extiende demar a mar y abarca toda la tierra (cf. ibíd., p. 109); esto nos ha recordado el nuevo reino universal de Jesús que, en las comunidades de la fracción del pan, es decir, en la comunión con Jesucristo, se extiende de mar a mar como reino de su paz (cf. ibíd., p. 112). Todo esto no podía verse entonces, pero lo que, oculto en la visión profética, había sido apenas vislumbrado desde lejos, resulta evidente en retrospectiva. Por ahora retengamos esto: Jesús reivindica, de hecho, un derecho regio. Quiere que se entienda su camino y su actuación sobre la base de las promesas del Antiguo Testamento, que se hacen realidad en Él. El Antiguo Testamento habla de Él, y viceversa: Él actúa y vive de la Palabra de Dios, no según sus propios programas y deseos. Su exigencia se funda en la obediencia a los mandatos del Padre. Sus pasos son un caminar por la senda de la Palabra de Dios. Al mismo tiempo, la referencia a Zacarías 9,9 excluye una interpretación «zelote» de la realeza: Jesús no se apoya en la violencia, no emprende una insurrección militar contra Roma. Su poder es de carácter diferente: reside en la pobreza de Dios, en la paz de Dios, que Él considera el único poder salvador. Volvamos al desarrollo de la narración. Cuando se lleva el borrico a Jesús, ocurre algo inesperado: los discípulos echan sus mantos encima del borrico; mientras Mateo (21,7) y Marcos (11,7) dicen simplemente que «Jesús se montó», Lucas escribe: «Y le ayudaron a montar» (19,35). Ésta es la expresión usada en el Primer Libro de los Reyes cuando narra el acceso de Salomón al trono de David, su padre. Allí se lee que el rey David ordena al sacerdote Zadoc, al profeta Natán y a Benaías: «Tomad con vosotros los veteranos de vuestro señor, montad a mi hijo Salomón sobre mi propia mula y bajadle a Guijón. El sacerdote Zadoc y el profeta Natán lo ungirán allí como rey de Israel...» (1,33s). También el echar los mantos tiene su sentido en la realeza de Israel (cf. 2 R 9,13). Lo que hacen los discípulos es un gesto de entronización en la tradición de la realeza davídica y, así, también en la esperanza mesiánica que se ha desarrollado a partir de ella. Los peregrinos que han venido con Jesús a Jerusalén se dejan contagiar por el entusiasmo de los discípulos; ahora alfombran con sus mantos el camino por donde pasa. Cortan ramas de los árboles y gritan palabras del Salmo 118, palabras de oración de la liturgia de los peregrinos de Israel que en sus labios se convierten en una proclamación mesiánica: «¡Hosanna, bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el Reino que llega, el de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!» (Mc 11,9s; cf. Sal 118,25s). Esta aclamación la han transmitido los cuatro evangelistas, aunque con sus variantes específicas. Estas diferencias no son irrelevantes para la historia de la transmisión y la visión teológica de cada uno de los evangelistas, pero no es necesario que nos ocupemos aquí de ellas. Tratamos solamente de comprender las líneas esenciales de fondo, teniendo en cuenta, además, que la liturgia cristiana ha acogido este saludo, interpretándolo a la luz de la fe pascual de la Iglesia. Ante todo, aparece la exclamación: «¡Hosanna!». Originalmente, ésta era una expresión de súplica, como: «¡Ayúdanos!». En el séptimo día de la fiesta de las Tiendas, los sacerdotes, dando siete vueltas en torno al altar del incienso, la repetían monótonamente para implorar la lluvia. Pero, así como la fiesta de las Tiendas se transformó de fiesta de súplica en una fiesta de alegría, la súplica se convirtió cada vez más en una exclamación de júbilo (cf. Lohse, ThWNT, IX, p. 682). La palabra había probablemente asumido también un sentido mesiánico ya en los tiempos de Jesús. Así, podemos reconocer en la exclamación «¡Hosanna!» una expresión de múltiples sentimientos, tanto de los peregrinos que venían con Jesús como de sus discípulos: una alabanza jubilosa a Dios en el momento de aquella entrada; la esperanza de que hubiera llegado la hora del Mesías, y al mismo tiempo la petición de que fuera instaurado de nuevo el reino de David y, con ello, el reinado de Dios sobre Israel. La palabra siguiente del Salmo 118, «bendito el que viene en el nombre del Señor», perteneció en un primer tiempo, como se ha dicho, a la liturgia de Israel para los peregrinos y con ella se los saludaba a la entrada de la ciudad o del templo. Lo demuestra también la segunda parte del versículo: «Os bendecimos desde la casa del Señor». Era una bendición que los sacerdotes dirigían y casi imponían sobre los peregrinos a su llegada. Pero con el tiempo la expresión «que viene en el nombre del Señor» había adquirido un sentido mesiánico. Más aún, se había convertido incluso en la denominación de Aquel que había sido prometido por Dios. De este modo, de una bendición para los peregrinos la expresión se transformó en una alabanza a Jesús, al que se saluda como al que viene en nombre de Dios, como el Esperado y el Anunciado por todas las promesas. La referencia específicamente davídica, que se encuentra solamente en el texto de Marcos, nos presenta tal vez en su modo más originario la expectativa de los peregrinos en aquellos momentos. Lucas, que escribe para los cristianos procedentes del paganismo, ha omitido completamente el «Hosanna» y la referencia a David, reemplazándola con una exclamación que alude a la Navidad: «¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!» (19,38; cf. 2,14). De los tres Evangelios sinópticos, pero también de Juan, se deduce claramente que la escena del homenaje mesiánico a Jesús tuvo lugar al entrar en la ciudad, y que sus protagonistas no fueron los habitantes de Jerusalén, sino los que acompañaban a Jesús entrando con Él en la Ciudad Santa. Mateo lo da a entender de la manera más explícita, añadiendo después de la narración del Hosanna dirigido a Jesús, hijo de David, el comentario: «Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada: "¿Quién es éste?". La gente que venía con él decía: "Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea"» (21,10s). El paralelismo con el relato de los Magos de Oriente es evidente. Tampoco entonces se sabía nada en la ciudad de Jerusalén sobre el rey de los judíos que acababa de nacer; esta noticia había dejado a Jerusalén «trastornada» (Mt 2,3). Ahora se «alborota»: Mateo usa la palabra eseísthe (seíö), que expresa el estremecimiento causado por un terremoto. Algo se había oído hablar del profeta que venía de Nazaret, pero no parecía tener ninguna relevancia para Jerusalén, no era conocido. La multitud que homenajeaba a Jesús en la periferia de la ciudad no es la misma que pediría después su crucifixión. En esta doble noticia sobre el no reconocimiento de Jesús -una actitud de indiferencia y de inquietud a la vez-, hay ya una cierta alusión a la tragedia de la ciudad, que Jesús había anunciado repetidamente, y de modo más explícito en su discurso escatológico. Pero en Mateo hay también otro texto importante, exclusivamente suyo, sobre la acogida de Jesús en la Ciudad Santa. Después de la purificación del templo, algunos niños repiten en el templo las palabras del homenaje a Jesús: «¡Hosanna al hijo de David!» (21,15). Jesús defiende la aclamación de los niños ante los «sumos sacerdotes y los escribas» haciendo referencia al Salmo 8,3: «De la boca de los niños y de los que aún maman has sacado una alabanza». Volveremos de nuevo sobre esta escena en la reflexión sobre la purificación del templo. Tratemos aquí de comprender lo que Jesús ha querido decir con la referencia al Salmo 8, una alusión con la cual ha abierto una vasta perspectiva histórico-salvífica. Lo que quería decir resulta muy claro si recordamos el episodio sobre los niños presentados a Jesús «para que los tocara», descrito por todos los evangelistas sinópticos. Contra la resistencia de los discípulos, que quieren defenderlo frente a esta intromisión, Jesús llama a los niños, les impone las manos y los bendice. Y explica luego este gesto diciendo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el Reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él» (Mc10,13-15). Los niños son para Jesús el ejemplo por excelencia de ese ser pequeño ante Dios que es necesario para poder pasar por el «ojo de una aguja», a lo que hace referencia el relato del joven rico en el pasaje que sigue inmediatamente después (Mc 10,17-27). Poco antes había ocurrido el episodio en el que Jesús reaccionó a la discusión sobre quién era el más importante entre los discípulos poniendo en medio a un niño, y abrazándole dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí» (Mc 9,33-37). Jesús se identifica con el niño, Él mismo se ha hecho pequeño. Como Hijo, no hace nada por sí mismo, sino que actúa totalmente a partir del Padre y de cara a Él. Si se tiene en cuenta esto, se entiende también la perícopa siguiente, en la cual ya no se habla de niños, sino de los «pequeños»; y la expresión «los pequeños» se convierte incluso en la denominación de los creyentes, de la comunidad de los discípulos de Jesús (cf. Mc 9,42). Han encontrado este auténtico ser pequeño en la fe, que reconduce al hombre a su verdad. Volvemos con esto al «Hosanna» de los niños. A la luz del Salmo 8, la alabanza de los niños aparece como una anticipación de la alabanza que sus «pequeños» entonarán en su honor mucho más allá de esta hora. En este sentido, con buenas razones, la Iglesia naciente pudo ver en dicha escena la representación anticipada de lo que ella misma hace en la liturgia. Ya en el texto litúrgico post-pascual más antiguo que conocemos -en la Didaché, en torno al año 100-, antes de la distribución de los sagrados dones aparece el «Hosanna» junto con el «Maranatha»: «¡Venga la gracia y pase este mundo! ¡Hosanna al Dios de David! ¡Si alguno es santo, venga!; el que no lo es, se convierta. ¡Maranatha! Amén» (10,6). También el Benedictus fue incluido muy pronto en la liturgia: para la Iglesia naciente el «Domingo de Ramos» no era una cosa del pasado. Así como entonces el Señor entró en la Ciudad Santa a lomos del asno, así también la Iglesia lo veía llegar siempre nuevamente bajo la humilde apariencia del pan y el vino. La Iglesia saluda al Señor en la Sagrada Eucaristía como el que ahora viene, el que ha hecho su entrada en ella. Y lo saluda al mismo tiempo como Aquel que sigue siendo el que ha de venir y nos prepara para su venida. Como peregrinos, vamos hacia Él; como peregrino, Él sale a nuestro encuentro y nos incorpora a su «subida» hacia la cruz y la resurrección, hacia la Jerusalén definitiva que, en la comunión con su Cuerpo, ya se está desarrollando en medio de este mundo. S.S. Benedicto XVI. "Jesús de Nazaret: Desde la Entrada en Jerusalén hasta la Resurrección". (Cap. 1) |
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