Entre los dones del Espíritu Santo el de sabiduría es el don de la perfección. Perfecciona la virtud de la caridad y reside al mismo tiempo en la inteligencia y en la voluntad, porque derrama en el alma: luz, calor, verdad y amor. Reúne todos los otros dones, así como la caridad resume en sí todas las otras virtudes.
María ha recibido una amplia participación de la virtud de la caridad divina, ella posee más que cualquier otra creatura, con una perfección incomparable, el don de la sabiduría. Gracias a este don, ella supo discernir, casi por instinto, las cosas divinas de las humanas. Y esta sabiduría celestial llena su alma de una mansedumbre infinita.
Gabriele M. Roschini, OSM,
Dizionario di mariologia, editrice studium - Roma 1961, p. 138-139
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