Primera predicación de Adviento
Roma
El servicio esencial que el sacerdote está llamado a rendir a Cristo es continuar su obra en el mundo -ha explicado el predicador. Ser servidores, ser siervos de Cristo es un título que nos debe tocar el corazón y hacerlo vibrar de santo orgullo.
Ante la presencia del Santo Padre y
“El servicio esencial que el sacerdote está llamado a rendir a Cristo es continuar su obra en el mundo” -ha explicado el predicador. “Ser servidores, ser siervos de Cristo es un título que nos debe tocar el corazón y hacerlo vibrar de santo orgullo”. No se trata de “servicios prácticos o ministeriales, (como administrar la palabra o los sacramentos), no hablamos del servicio como ‘acto’, sino del servicio como ‘estado’”.
“Continuar la obra de Cristo comporta para el sacerdote rendir testimonio de la verdad eterna revelada a los hombres, hacerla brillar a la luz de lo verdadero”. El padre franciscano ha dicho que “en esta luz, la tarea de
“Ser continuadores de la obra de Cristo significa no juzgar, sino salvar”. ¿Pero en qué modo podemos hablar de sacerdotes continuadores de
¿Cuál será entonces la tarea de sus ministros? -ha proseguido el predicador de
Estar “con” Jesús, “en Cristo o con Cristo” significa por tanto, ha subrayado el padre predicador, “compartirlo todo con Él: su vida itinerante, ciertamente, pero también sus pensamientos, sus objetivos, el espíritu”. “La palabra ‘compañero’ viene del latín medieval ‘con - panis’ y significa: ‘aquel que tiene en común el pan’; compañero es el que come el mismo pan. Por tanto, “una relación personal, plena de confianza y amistad con la persona de Jesús es el alma de todo sacerdote”.
“Y para hacer de Jesús el alma del propio sacerdote, el primer paso que hay que dar, -ha indicado el padre Cantalamessa- es pasar de Jesús-personaje a Jesús-persona. Del personaje “se puede hablar de él”; con la persona en cambio, “se habla”. Mientras Jesús sea un conjunto de noticias, de dogmas o herejías, es una memoria del pasado, no una presencia, es un personaje. Es necesario convencerse de que Cristo vive en el presente y es más importante “hablar con Él”, que “hablar de Él”.
“El gran peligro para los sacerdotes de hoy -ha finalizado diciendo el predicador- es el sacrificar “lo importante” a “lo urgente”. “La oración, la preparación de la homilía de
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